Red Gold

viernes, 28 de diciembre de 2012

~Capítulo X - La Marca de la Mascota~

Empecé a correr, al principio miraba la salida pero… tratándose del rubio seguro que esa tregua era inventada. Nah, no era una tregua, él ganaría de seguro con o sin ella. Corrí tanto como pude vigilándolo atrás, echando miradas de reojo hacia delante de vez en cuando. A los siete segundos él comenzó a perseguirme. Mi cuerpo débil no podría superarlo, miré hacia el frente para cruzar la puerta hasta que unos brazos me atraparon tirándome al suelo ya afuera. Al salir del Colegio el rubio pasó de largo para poco después visionarme.

-Otra vez tú…

-Ya ves, qué cruel es el destino que hace que me encuentre contigo tanto.

-Perr-…

-Si yo fuera tú no sería tan descortés. ¿Qué hacías con mi mascota?

Me levantó del suelo con los brazos para después rodearme con ellos. Si, la gótica repetía la misma situación que en mi cuarto pero esta vez yo ya no me sentía paralizada. Estaba consciente y alerta. Con mis manos agarré sus brazos en un intento de quitármelos de encima pero en cuestión de segundos me dijo susurrando:

-Si quieres vivir no pongas resistencia.

-¡¿Tu mascota?! ¿Me estás tomando el pelo? Si no tiene ni tu marca.

El rubio empezó a remangarse y a coger pose de correr, mientras tanto la gótica retiró el cuello de mi uniforme. Un momento, esto no pinta bien… nada bien. Empecé a acelerarme.

-Oh si, ¿quieres verla?

Tras unos minutos volvió a su pose normal y con un gesto ordenó a sus colegas que entraran para después seguirlos sin antes decir:

-Bah, paso de tus tonterías. Alire tarde o temprano va a caer, nadie puede estar encima suya todo el tiempo…

Su grupo entró y, estando ya solas me soltó, reaccione apartándome bruscamente y sacudiéndome la ropa. El maletín había caído al suelo sin darme cuenta y fui a recogerlo.

-No se si darte las gracias… o decir que no me hizo ninguna.

-Me conformo con poco pero… si piensas entrar te sugiero que sigas mi juego.

-¿Qué juego?

-Serás mi mascota. Sólo así no irán a por ti, o por lo menos no de forma tan directa.

-Qué más da… No sé ni qué hago aquí, debí de haberme ido.

-Sabes que no.

Me cogió del brazo y a empujones acabó arrastrándome hasta la puerta. La abrimos y pasamos. No había tanta gente como en mi antiguo horario, de hecho casi se podían contar con las manos, quizá unos pocos más. Todos eran… vampiros, cada uno vestía como le salía y… no sé qué tipo de clases dan pero… El profesor se aclaró la voz.

-Claire, haz el favor de tomar asiento con tu acompañante. Droy nos ha hecho parar la clase para esperaros. …Debo decir que no me hace ninguna gracia que traigáis juguetes a clase.

-¿Jug-.?

-Sshh

Claire me silenció. Casi me sentía culpable por detener la clase, esto era de locos. Cogimos asiento en uno de los laterales, rápidamente en el descanso entre clase y clase los demás compañeros se acercaron.

-Oh, ¿un aperitivo? Qué detalle.

Venían sigilosamente… iban a agarrarme, me encontraba acorralada entre ellos y las sillas. No me daría tiempo a huir. Claire me volvió a pasar los brazos por el cuello cubriéndome con su espalda, yo no podía moverme. Muy despacio me levantó y salimos de los asientos para después lanzarme contra la pared, volvió a ponerse detrás, siempre cubriéndome con los brazos el cuello y evitando que me moviera…

-Ey, mirad bien todos, quiero que os quede claro.

No… por favor. Volvió a retirarme el cuello de la camiseta. Todos nos miraban. No, esto parecía ir en serio, ¿no irá a…? Un escalofrío me recorrió la espalda. Notaba cómo se acercaba hasta mi cuello, cómo dejaba su aliento en él y… dos pinchazos me terminaron por paralizar.

-…

No sé cuánto tiempo pasó, podía notar cómo mi pulso se aceleraba fuertemente golpeando mi propio cuerpo, y cómo esta fuerza se escapaba a sorbos por el cuello hacia su boca. Escuchaba cada trago por parte de Claire, y sin embargo podía ver las caras de incredulidad de los demás estudiantes. Todo era muy caótico pero yo seguía estando paralizada. Empecé a temblar. Claire rápidamente paró y presionando mi cuello se dirigió a los demás.

-Aquí tenéis la marca.

Después me ayudó a sentarme de nuevo, yo en la silla y ella en la mesa de atrás que se encontraba un poco más alta, agarrándome. Los demás se dispersaron algunos en silencio y otros murmullando de todo. No sabía si esto sería normal pero desde luego la escena teatral era de diez.

El profesor volvió y la clase siguió su curso. Todo transcurrió muy silencioso por parte de los alumnos y yo por mi parte apenas prestaba atención, me encontraba mareada. Parecía que la charla iba sobre la geografía de la zona.

-Esto es todo por hoy. Podéis marcharos ya y recordad no armar jaleo a estas horas.

Todos se levantaron de sus asientos y mientras unos salían por la puerta a paso ligero, otros se ponían a charlar en las mesas como cualquier estudiante normal aunque esto era algo que me inquietaba, el rubio se encasillaba en este último grupito. Claire por su parte me ayudó a levantarme.

-Tienes mala cara… es normal. Toma, ponte esto.

No me fijé cómo ni de dónde pero tenía mi palestino en la mano. Dude en cogerlo, incrédula, y ella terminó por ponérmelo casi sin darme cuenta.

-De cara a los nocturnos tú ya no serás problema, la cosa se complica si son las demás personas del mundo quienes ven tu nueva… complicación. La próxima vez deberías venir con ropa más de tu agrado y…

Me dio un ligero golpe en la espalda, justo donde la daga que Sylph me había dado.

-…esconder las cosas de mejor forma en ella.

Tragué saliva. ¿Cuándo se dio cuenta de eso? ¡¿Y de dónde ha sacado mi palestino?! Poco a poco salimos al exterior, al ser de noche el aire frío abundaba, me ayudaría a estabilizarme. Ambas mantuvimos un silencio tenso hasta que el rubio terminó por salir del edificio escupiendo a mis pies, no creo que intentara asustarme pero vamos, el asco que me cogió debía de ser monumental. Tras esto ya no quedaba casi nadie afuera, estar con Claire era un punto seguro así que me decidí a seguirla. Ella permanecía al lado mía mirando al edificio central, pensando supongo.

-¿Por qué lo has hecho?

-El qué… ¿morderte? Pensaba que te interesaba seguir viva; y deberías agradecer que me adelantara a los demás.

Daba rabia pensarlo pero tenía razón. Era raro pero, junto al viento y sus palabras podía escuchar el chirrío de una verja a lo lejos, y lejos es MUY lejos.

-Escucha, te voy a dejar las cosas claras. Si piensas que estoy aquí por tu sangre estás muy equivocada, puedo obtener la de centenares de personas en una misma noche si yo quisiera y, al contrario de lo que te habrán dicho a mí no me interesa estudiarte. Si no quieres colaborar para algo que te interesa únicamente a ti deberías plantearte el dejar de seguirme, que yo también haré lo mismo.

Se giró bruscamente dándome la espalda. Vaya… no esperaba molestarla, más bien no quería. Mis dudas y mi ignorancia sobre todo me estaban jugando una mala pasada, no podía dejar que mi único escudo se fuera abandonándome así. Supongo que Claire hasta ahora ha sido la única persona del Colegio en decirme algo “coherente” sobre todo… podría considerarla amiga visto lo visto. Di varios pasos poniéndome al lado, mirando al suelo.

-Lo siento… es sólo que… aun no se nada… de nada…

Me agarró del brazo y con un leve empujón acabó diciendo:

-Vamos, te toca descansar por hoy.

-Si

-Dentro de poco… sabrás todo.

Ya en el otro edificio acabamos por entrar a mi habitación. Ella se quedó en la puerta en silencio, esperando, y yo salí al balcón a seguir tomando aire. Podía ver cómo alguien se acercaba con ritmo acelerado al edificio. La puerta se abrió y Sylph entró cansada sentándose, poco después dirigió su mirada a Claire.

-Si las miradas mataran… tranquila, ya me voy. Sólo estaba guardándote el sitio.

Sylph guardó silencio limitándose a observar. Yo, apoyada en la barandilla del balcón acabé girando la cabeza para verlas.

-Hasta mañana Alire, espero que te mejores.

-Si, ¡adiós!

-…

Atenta a sus pisadas pude escuchar cada una de ellas, desde que abandonó la habitación hasta que terminó por salir del edificio para dar una vuelta. Estando en un segundo piso eché la vista al suelo para verla irse. Sin saber por qué acabé riendo, ¡había sobrevivido al primer día de clase! Aunque eso no era todo… a lo lejos podían verse los edificios principales del Colegio, era nuestro dormitorio el que estaba alejado y… Podía ver cómo una persona tenía los ojos clavados en mí, escondida en las sombras, con una cara lejos de ser amigable. Era raro que pudiera verla estando tan lejos y escondida pero… la veía y… no me gustaba nada. Esa persona que con tanta rabia me miraba… era Nico. Un escalofrío me recorrió el cuerpo dejándome en un tenso nerviosismo.

miércoles, 22 de agosto de 2012

~Capítulo IX - Preparatoria a las sombras~

Amanecí sobre la hora de la comida. Aunque estaba vestida con la ropa de ayer, preferí no cambiarme, debía estar en guardia y no perder el tiempo. Inspeccioné la habitación, el balcón estaba cerrado y…

-Buenos días.

Sylph se encontraba arreglando la cerradura de la puerta. Me era raro ver a una estudiante con herramientas para reparar, siendo el Colegio privado debería de haber alguien encargado de eso aunque… no, después de haber visto lo de ayer no me extrañaba nada.

-Buenas…

-Traje algo de comida.

Señaló dos platos que había sobre la mesa, la luz del balcón los iluminaba bastante. Sylph tenía el maletín de clases sobre la silla, lo quitó y se sentó haciendo gestos para que fuera. Me levanté y tras salir del baño peinada cogí el plato y me senté en la cama a comer. La hora de la comida fue lenta y tensa, llena de silencio. Al terminar dejé el plato en la mesa y terminé por sentarme más cómodamente.

-…Vamos a tener que hablar luego.

Me asustaba pensar que me “acorralaría” en esas ruinas que en cierta forma algo tendrían que ver con ella o con esto, pero aun así asentí con la cabeza. Cogió el maletín y sacó una especie de… ¿granada? Me la lanzó y la cogí en el aire.

-¿Habías visto esto alguna vez?

-No… ¿qué es?

-Una bomba de humo retocada. Vas a tener que sobrevivir esta noche por tu cuenta…

-¿Q-Qué?

-¿Ya lo olvidabas? Te han cambiado de turno… no voy a poder entrar o por lo menos no hoy.

-Pero

-Escucha, las clases las darán en el mismo edificio que el nuestro. Más o menos ya te lo conoces. Lo que más te tiene que preocupar es la entrada y la salida. Probablemente se les haya ordenado mantener las distancias para… estudiarte, pero dudo que muchos lo hagan.

-¿Estudiarme?

Un sudor nervioso empezó a recorrerme el cuerpo. ¿Sobrevivir? ¿Estudiar? Todo iba demasiado rápido y aun me quedaban muchas dudas. Dudas como quién es Sylph o por qué sabe tanto de esto, y por qué la gótica intervino ayer en lo que iba a ser mi muerte accidentada. Joder, el hecho siquiera de hablar de eso me paralizaba en el sitio. Y por encima de todo esto tenía que idear algo para… no, ¿por qué tengo que pensar en cómo entrar y salir de clase? Yo sólo quería información de mi pasado… esto no tenía por qué estar ocurriendo, necesitaba escapar de aquí.

-Si, por alguna extraña razón esquivaste con facilidad los golpes de Droy… Un humano normal y corriente hubiera muerto rápido. Es raro…

Cogí con fuerza la bomba de humo, poco después saqué el reloj del bolsillo y miré la hora, Sylph estaría a punto de irse seguramente. Aun le quedaba media hora. Se acercó a mí y empezó a mirarlo.

-Ey, guárdate eso. No le enseñes el reloj a NADIE y… espera, tienes mal aspecto. Deberías calmarte y descansar. Yo puedo asegurarte una buena entrada a clase, puedo esperar en la puerta y acompañarte. Una vez entres a clase el profesor te vigilará bien, cuando salgas…

Sylph suspiró, me miraba molesta mientras pensaba qué hacer. Sacó un pequeño puñal que llevaba guardado y me lo dio, después miró la hora de mi reloj y cogiéndomelo me lo metió en el bolsillo.

-Oye, si no reaccionas palmas, ¿entendido? Intentaré volver para cuando salgas.

Afirmé, poco después tragué saliva. Levanté la mirada y antes de que pudiera irse le comenté seria:

-Cuando todo esto pase… tenemos que hablar. Tienes muchas cosas que explicar tú también.

Si… era verdad. Me acababa de dar cuenta de algo que no terminaba de clasificar como bueno o malo. Hablaba de ellos como vampiros y de mí como humana, sin incluirse… y además las ruinas y mi reloj… los vampiros huían de ella. Cómo si no ha logrado que ninguno se filtre en el cuarto…. Cogió el maletín y fue camino a clase, mientras tanto amontoné todas mis cosas en la cama y después observé el mío. Dudé entre guardar ahí todo e irme o afrontar lo que me esperaba, sabía que huyendo me acabarían alcanzando, ningún lugar es seguro.

Salí a la calle y di varias vueltas, tenía que acostumbrar mi cuerpo al movimiento, sentir el aire en la cara y evitar marearme. Escondí el puñal en la espalda, sujeto de forma horizontal, y empecé a practicar con él. Sacar, pegar, meter. Una y otra vez repetía dicha acción contra uno de los árboles del bosque. Después cambié de ejercicio: sacar, pegar, lanzar y correr. Estaba claro que no iba a hacerme experta en cuestión de horas pero… podía seguir la velocidad del rubio, sólo necesitaba que mi cuerpo también lo hiciera. Escuché varias pisadas, la noche empezaba a caer. Preferí ser cauta y volver a por el maletín, esperaría en la entrada escondida.
El silencio pronto se rompió por las pisadas de los estudiantes que cansados salían de las clases. Me escondí entre la pared y las máquinas, el hueco era pequeño pero cabía. Pronto el lugar se vació, Sylph esperaba en la puerta del edificio. Salí del escondite.

-… pecas de cauta.

Saqué la granada enseñándosela para después guardarla.

-Mira quién habla… No se tu intención pero la mía es salir viva de este Colegio.

Se quedó en silencio, ya me imaginaba lo que probablemente diría: “haber no entrado”. Seguro. Sylph empezó a caminar y yo la seguí hasta llegar a una de las paredes laterales del Colegio. Había “alumnos” vampiros acudiendo. No llevaban el uniforme escolar y pese a la imagen horrenda que daban había varios que caían bien con sólo verlos.

-Uhm

-¿Pasa algo?

-Parece que nos están ignorando…

-Pero… ¡si estamos “escondidas”!

-Si… Subestimas mucho su oído. Deben de estar escuchando tus latidos por lo menos en un radio de quince metros.

-…

Ya no quedaba nadie fuera, tras pocos minutos las clases empezaron. Sylph entró al edificio llevándome detrás.

-Lamento decirlo pero… a partir de aquí es cosa tuya. Ellos jugarán con la desventaja de no saber si estoy cerca o no. Si aguantas te prometo traer recompensa.

-… Claro.

Me dio un golpe en el hombro y salió del edificio. Puse el oído tras la puerta, había un silencio sepulcral. Sepulcral, vaya palabra. Varios pasos avanzaban con un leve risoteo hacia la puerta. ¿Me habrían descubierto? Di varios pasos hacia atrás hasta. La puerta se abrió y el rubio salió de ella junto a otros compañeros.

-Jajaja vaya, parece que por fin podemos saldar cuentas ¿no crees?

-Pobre… ¿tenías que venir con tu escolta privada?

-…zorra. Lo que me voy a divertir dándote cacería jajaja. Te doy una tregua de 10 segundos para que corras, 10 segundos fue lo que duró tu amigo jajaja veamos si vales más que él.

-Desgraciado…

domingo, 12 de agosto de 2012

~Alire Damar~

Nombre: Alire Damar
Edad: 18*
Raza: Humana
Origen: Norzshire*



Alire Damar es una joven de unos dieciocho años de edad, aunque tampoco es algo que ella misma sepa debido a su falta de memoria. De aspecto confiado, busca desesperadamente dar respuesta a sus dudas y acallar los sonidos que la atormentan cada vez que mira el reloj de cuerda, pieza clave de su pasado y muy probablemente de su futuro.

Físicamente se muestra como una persona delgada, de altura media. Lleva el pelo largo, liso y suelto, color negro intenso y con ligeros brillos azules oscuros. Sus ropas tienden al negro decorado, habitualmente usa vaqueros y una chaqueta y camiseta negra de cuello largo. En el bolsillo derecho porta el reloj de cuerda guardado como un tesoro, no dejará que nada ni nadie se lo quite.

Es una persona seria y algo confiada la mayor parte del tiempo, se caracteriza por tener fuerte carácter y saber mantener la cabeza fría aunque a veces las dudas le asalten y logren quebrar mínimamente su juicio. No le gusta destacar pero eso dejará de ser algo por lo que se moleste cuando en el Colegio Silver se le trunquen las cosas...



Será en ese Colegio donde conocerá a las personas que se convertirán en sus grandes aliados, aunque de una forma misteriosa y poco fiable; y también en sus mayores enemigos...

viernes, 3 de agosto de 2012

~Capítulo VIII - Diálogos ~

Las puertas que daban al balcón se entreabrieron lentamente, estoy segura de que la voz venía de allí, ¿de dónde si no? Dentro de poco acabaría por saber que era una voz “conocida”. Me levanté de la cama y caminé hacia el balcón. Era algo más grande de lo que pensaba. A un extremo la vi, sentada en la ancha barandilla de piedra, como si no se fuera a caer. Era la chica gótica del otro día, parecía menos… tenebrosa de lo que me pareció entonces, quizá la tormenta tuviera algún que otro efecto secundario. Di un salto hacia atrás, sorprendida, visionando siempre la entrada al dormitorio y manteniendo las distancias.

-Vaya, no pensé que te fuera a asustar tan rápido.

Se puso de pie y dio un paso hacia adelante, yo di otro hacia atrás.

-¿Quién eres?

-Para ti eso es lo de menos… Tenías que haberte ido del Colegio.

-Y eso por qué.

-Mírate cómo estás ahora, mira lo que ha pasado. ¿Crees que fue casual? ¿Por qué sigues aquí?

Me pensé seriamente el decírselo… o callarme y mentir. Los recuerdos que perdí era lo único que necesitaba para vivir. Ahora simplemente soy una don nadie que no tiene a dónde ir y la carta del Colegio es mi única pista pero… parecía que la chica sabía algo más que yo no, aunque exactamente tampoco sabría decir sobre qué. Hablaba como si lo que pasó el Viernes no fuera una casualidad.

-Busco pistas de mis recuerdos… No sé nada de mí, sólo el nombre y... alguien me mandó la carta de invitación al Colegio.

La mujer se puso seria y dio otro paso adelante, era como si estuviera confundida.

-¿Cómo dices?... La cosa se va a poner interesante para ti.

-¿Qué?

Varios golpes aporreaban la puerta llamando impacientes. Me giré para ir a abrirla y la mujer pasó por mi lado para entrar al cuarto, haciéndome un gesto con la mano para quedarme quieta. Abrió la puerta e intercambio miradas con… no se quién, realmente no vi quién había detrás, tenía una mirada algo enfadada.

-Largaos…

Después cerró la puerta suspirando.

-Bien, tenemos mucho de qué hablar.

-¿Quién era?

-De eso también tenemos que hablar. Podemos pasar si quieres, puede ser algo incómodo…

No quería pasar pero con el estado en el que estaba era mejor no forzarse. Asentí con la cabeza y entramos. Yo me senté en la cama y ella en una silla que había enfrente junto al escritorio.

-¿Sabes que los que han venido ahora querían matarte?

-¿Qué?

-No te alteres. Son compañeros del rubio que viste el otro día… Por lo visto se quedaron con ganas.

-¿Conoces al rubio? ¿Está aquí?

Empecé a alarmarme. La tranquilidad con la que decía las cosas y la seguridad que tenía ella de saberlo todo era lo que me preocupaba. Todo era un lío, tenía que saber más.

-Sí. Es un estudiante, como tú. De hecho lo verás mañana seguramente, a él y a sus coleguitas.

-Pero qué dices. No…

-Te voy a contar algo muy… chocante para ti, aunque en la realidad no es nada complicada. Atenta y… espero que seas de mente abierta por que si no no vas a durar nada aquí.

Tragué saliva y empecé a poner seria atención a sus palabras.

-Te han colado en un Colegio “especial” jaja. Aunque en realidad es una gran putada. Verás, aquí mantienen alumnos de dos tipos… o de tres podría decirse. Unos son los alumnos brillantes de familias ricachonas que vienen aquí, al Colegio más prestigioso del continente, para hacer más grande su ego. Otros son los alumnos como yo o como… el rubio. La verdad es que estamos camuflados como alumnos aunque en realidad apenas estudiamos.

-¿Camuflados? ¿De qué hablas? ¿Por qué te comparas al rubio?

-Por que somos vampiros y…

Espera, ¿qué? Lo dice tan seca, ¿así sin más? Vampiros… ¿me quiere tomar el pelo?

-…el tercer tipo de alumno podría decirse que son aquellos como tú o como el empollón al que se cargaron, que hacen de carnada para nosotros. Y… ¿sabes la diferencia entre el alumno brillante y la carnada?

No pude contestarle. Quedé en silencio mascando la bomba que me acababa de soltar… esto para ella no era nada… Todo cuadra pero una gran parte de mí se niega a aceptarlo. No puede ser verdad. Mi otra parte sabe que todo encaja y por desgracia esto no es lo único anormal que yo haya visto… La iglesia… la dejé de lado en mis pensamientos. No quería que tuviera ningún tipo de relevancia. Y el cazador, merodeando por los alrededores del colegio…

-Vaya, quizá te solté mucho de golpe. Mejor te dejaré descansar.

-¿Cuál es la diferencia?

La puerta se abrió bruscamente, astillándose la parte de la cerradura. La habían abierto de una patada y a través de ella entró el chico rubio. Me miró a mí, que ahora me encontraba bastante nerviosa, para después mirar a la gótica.

-Claire… Debía suponer que te interpondrías tú…

Con un rápido movimiento el rubio se acercó a mí. No podía moverme, el cansancio, mis heridas y la bomba que me soltó la chica terminaron por congelarme del todo. Ella se interpuso en la trayectoria con mayor velocidad y de una patada lo mando fuera de la habitación por el hueco de la puerta.

-Fuera de aquí Droy.

El chico se puso en pie y se retiró con la manga la poca sangre que le había salido con el golpe. Mirándonos con rabia se abalanzó velozmente a por la gótica. Ésta se acercó al balcón y lanzó al rubio al vacío. Después echó la vista al suelo y por su expresión diría que pudo ver cómo el chico se daba por vencido. Después frunció el ceño. Se escuchaban varias pisadas aceleradas por el pasillo, demasiado aceleradas. Venían hacia mi cuarto.

-Llegas tarde.

Estaba jadeando por el cansancio. Dio varios pasos hacia el interior mirándonos a ambas, manteniéndose en silencio. La chica gótica se puso detrás de mí pasándome los brazos por el cuello, me pareció oír una pequeña risa de ella. Yo me quedé paralizada, me sentía frágil y cualquier movimiento podría romper la poca tranquilidad que me quedaba.

-Suéltala.

Tenía un tono enfadado en la voz. La persona que acababa de llegar corriendo era Sylph. Me encontraba confusa, ¿cuál sería la mejor opción: mantener a Sylph cerca o quedarme con la gótica? El rubio me encontraría… por desgracia el verlo era la prueba de que todo esto es real.

-Sabes que no vas a poder manejar esto sola… Y además, te falta demasiada información por saber.

-No me hagas repetir.

La gótica me soltó y se puso de pie acercándose a la puerta.

-Nos vemos luego Alire. Si quieres sobrevivir al día de mañana vas a tener que llevarte conmigo. Hasta otra.

-¡Espera!

Cruzó la puerta ignorándome y acabó por marcharse dejándome con Sylph que, de forma sorpresiva avanzó hacia mí rápidamente cogiéndome del cuello de la camiseta, me estaba empezando a ahogar. Hasta que no empecé a toser no me dejó libre. Después se acercó a la puerta para cerrarla hasta ver la rotura.

-Lo siento. Parece que tendré que hacer guardia aquí esta noche.

-¿Guardia?

-Si saben que estoy aquí… no entrarán.

-¿Pero…

-Duérmete, mañana hablamos.

Dijo sentándose en la silla inspeccionando con la mirada todo el cuarto. Yo por mi parte me tumbé en la cama, estaba muy cansada. Poco a poco el sueño fue arraigando en mí, y la única imagen que veía en mi cabeza era el reloj de cuerda que llevaba yo encima. No se por qué pero supongo que en cierta forma me recuerda a todo esto, y sobre todo… … Zzz

viernes, 27 de julio de 2012

~Capítulo VII - Día confuso~

(Capítulo dedicado a 7, ¡va por tu número!)

La luz del día se filtraba a través de los ventanales de la habitación devolviéndome a la cruda realidad. La cabeza me daba vueltas, era como escuchar cientos de voces hablando desde distintos lugares. Tenía calor y estaba débil. No sabía qué día sería, quizá Sábado, quizá Domingo, quién sabe. El correteo de muchas personas me golpeaba aún más, obligándome así a levantarme. Bajo la puerta podía verse un sobre. Me vestí rápidamente y fui a recogerlo. Al abrirlo encontré la siguiente nota:

“Alire Damar, preséntese en el despacho del director inmediatamente.”

Muy corta, muy seca, diferente de la invitación… Abrí la puerta. Todos los correteos pararon de golpe. Las personas que yacían en el pasillo quedaron inmóviles mirándome. Reconocí la expresión. La mayoría eran miradas penetrantes, llenas de odio y muy negras. Caminé lentamente por los pasillos hasta llegar a la puerta, donde aún había más gente. Quizá era algo típico de los Sábados por el hecho de tener tiempo libre, pero… no me beneficiaba nada. Por detrás una bola de papel terminó por pegarme en la cabeza aturdiéndome momentáneamente. No iba a ser la única que recibiría en todo el trayecto… Otras tantas eran lanzadas mientras escuchaba las primeras quejas.

-¡¡ASESINA!!

-¡¡Fuera del Colegio!!

Al fondo, y apoyado en una de las paredes del edificio contiguo, Nico observaba la escena, vigilando como siempre. Tomando nota de cada movimiento. No sé por qué, pero no se molestaba en disimular. Estaba distinto, estaba raro. Disfrutaba viendo cómo los demás se echaban contra mí sin saber nada. Por delante, los estudiantes me dejaban paso separándose, mientras que por detrás se amontonaban y acercaban peligrosamente. Me sentía mareada, apoyé la frente en la mano derecha.

-Desgraciada... ¡¡PÚDRETE!!

Un vitoreo de gritos acompañaba a éste último como si algo importante fuera a suceder. Me giré. Me habían lanzado una piedra que de haberme tocado con mi estado actual me hubiera llevado al hospital. Sylph apareció de la nada interponiéndose en el camino y llevándose el golpe por mí.

-¡¿Qu-?! ¿Estás bien?

Hizo una mueca de dolor pero rápidamente se repuso. Me cogió de la muñeca y a grandes zancadas me acabó acompañando hasta el edificio donde estaría el despacho, siempre en silencio. Una vez dentro me dejó donde los sillones y se giró vigilando la puerta.

-Llama.

… No reconocí ningún gesto amigo, no comprendía su ayuda. El director me abrió y me ayudó a sentarme.

-Buenos días Alire. Espero que te encuentres mejor.

-Hola director, ¿para qué me llamaba?

-Verás… ya lo habrás notado. He recibido multitud de quejas para que te cambien de clase, de horario, incluso de Colegio, expulsándote. Apenas se les ha informado a los alumnos de lo que sucedió ayer y ya te tienen en el punto de mira. Y los que no, se callan por su propio bien.

Guardó silencio unos segundos y después se aclaró la voz, poniéndose en pie empezó a dar vueltas por el despacho.

-Vamos a cambiarte de horario.

Tragué saliva, no sabía si era bueno o malo. El mixto apenas lo había probado. Empezar otra vez de cero, intentar hacer amigos… No. Eso estaba lejos. Ayer pasó algo raro, algo conectado a la chica gótica y probablemente a las siluetas. Era tan ilógico y tan real a la vez...

-Explíqueme el nuevo horario.

-¿Qué te parece el nocturno? Serías trasladada a otro dormitorio y darías las clases con otras personas más… libres. Quiero decir, los de horario nocturno tienen un plus de movilidad y algunos privilegios que los demás no. Pero todo esto lo verás en la rutina.

-Me parece bien.

Tosí, me dolieron todos los huesos. No me fijé del todo antes, pero llevaba vendajes en la mano izquierda, gran parte del brazo derecho y en la cabeza. El director sonó la campana y Nico acudió veloz al interior.

-¿Me llamaba?

-Sí… Me gustaría que tomaras nota de lo siguiente. Alire, ¿podrías hacer el favor de contarnos todo lo sucedido? Necesitamos entregar un informe a las autoridades.

Estuve cosa de una o dos horas hablando con él. Ellos. Asentían con la cabeza de forma regular dándome a entender que apoyaban mi versión, pero yo seguía sin convencerme. Quizá me vendieron. ¿Qué habrían dicho ayer? Me desperté tranquila. Quizá me exculparon, quizá dedujeron lo que pasó. Espera, ¿deducir? Imposible… Lo cierto es que alguien como yo no pudo provocar tales heridas estando en el estado que estaba.

-Esto es todo. Muchas gracias, Alire. Nico te dará la llave de tu nuevo dormitorio, puedes permanecer en el actual hasta que gustes.

Nico se dispuso a darme una llave con un número inscrito. Parecía plateada, muy vieja. Acompañándome a la puerta acabaron por despedirme quedando ellos dos dentro.
Ya había pasado la hora de comer. Sylph permanecía sentada, casi tumbada, en uno de los sillones. Estaba muerta de sueño. Me acerqué al sillón y empecé a darle golpecicos, llamándola para despertarla. Su piel bronceada resaltaba en cantidad con la mía, que era de un tono bastante más pálido. Se notaba que éramos de continentes opuestos. Hasta en el cabello nos diferenciábamos, teniéndolo yo negro y ella rubio y más corto... Al cabo de unos segundos, abrió los ojos e instintivamente me agarró el brazo. Mentiría si dijera que no me dolió nada.

-Ah, eres tú.

Dijo algo decepcionada. No sabía cómo tomármelo. Se levantó y empezó a caminar hacia la puerta.

-Qué hambre... vamos a comer. Me gustaría hablar algo contigo.

-S-Sí…

Una vez en el exterior me hizo un gesto con el brazo. Supuse que quería que la esperara en la puerta mientras ella buscaba comida en la máquina, y así lo hice. Pocos minutos más tarde volvió con comida en las manos y empezó a caminar alejándose del recinto, hacia la salida.

-No está permitido salir… por lo menos no para ti.

-¿Para mí?

Quedó dubitativa unos minutos hasta traspasar la verja. El guardia nos dio permiso a ambas con tan sólo mirarnos. Estando ya cerca del bosque, Sylph terminó diciendo:

-Espera un momento, ¡¿te han cambiado de horario?!

Afirmé con la cabeza y volvimos a retomar el camino, ella fue delante mía guiándome por el bosque. No sabía a dónde quería ir pero se veía muy tranquila, como si conociera muy bien el sitio en cuestión. A los quince minutos acabamos llegando a una especie de claro con menos árboles y un montón de piedras. Parecían trozos de edificios antiguos cortados y esparcidos por el terreno. Estaban adornados con diferentes simbologías, no me sonaba ninguna pero su estilo me resultaba muy familiar. Sylph se sentó sobre una de las piedras y dejo la comida apoyada en ellas. No tenía suficiente confianza con ella así que cogí mi parte y me senté en otra diferente.

-Tengo curiosidad… ¿Qué fue lo que pasó?

Directa, no puedo culparla. A decir verdad era una de las pocas personas que quería oír mi testimonio antes de juzgar, o eso pensaba. Mientras ambas devorábamos poco a poco la comida me dispuse a contarle todo con precaución.

-Un chico se abalanzó sobre nosotros y… no pudimos hacer nada. Antes de darme cuenta… ya estábamos todos destrozaos…

Agaché la cabeza suspirando. ¿Debería de preguntar por el funeral o me echarían a patadas si acudiera?

-Mmm… ¿Nada más? Algún detalle o algo.

Terminé el bocadillo y me puse de pie. Era como si Sylph creyera lo que le decía, pero a su vez guardaba las distancias y evitaba usar palabras de más en sus preguntas. Empecé a caminar bordeando las piedras, ella tenía la mirada clavada en mí. Me recordaba en cierta forma a Nico vigilando desde las esquinas…

-Pues… estaba oscuro. El chico era rubio y… saltó de un tercer piso.

-Continúa

Lo que le acababa de decir a cualquiera podría parecerle suficiente para mandarme al manicomio, de hecho esto fue algo que evité comentar al Director. Los informes no necesitaban tener mi nombre sucio por ratas como aquella… Mientras bordeaba las piedras pude ver una bastante más alta que yo, con un símbolo curioso. Me quede atontada viéndola. La rodeé aunque tardé bastante en hacerlo, era demasiado ancha, y al otro lado pude ver como una entrada pequeña hacia el suelo, una entrada con sus escaleras. Espera, estábamos en unas ruinas antiguas pero… buff, muy confuso. La piedra, ésta entrada en concreto, parecía muy cuidada a lo largo de los años, no estaba desgastada ni tenía polvo, más bien parecía que le habían dado mucho uso. Baje tres escalones hasta poder ver un dibujo. El dibujo de mi reloj y… De repente escuché por detrás cómo Sylph se aclaraba la voz tosiendo para poco después ver cómo se me acercaba rápidamente girándome y sacándome de allí.

-Creo que debo irme… ¡Hasta otra!

Salí corriendo del lugar, corriendo como pude de camino al dormitorio. Siendo la hora de comer quizá la gente se acercaría al comedor, quizá no me molestarían… Estaba sudando y me encontraba de los nervios… No podía ser casualidad que Sylph me llevara a unas ruinas con el dibujo de mi reloj, con el dibujo de sus ropajes… y mucho menos que quisiera escuchar mi “testimonio”. No me quedé tranquila hasta estar en mi cuarto con la llave echada.

Me cambié los vendajes de la frente al notar que estaban sucios de sudor, y me puse otros húmedos para bajarme la temperatura. Me había subido la fiebre y empezaba a ver borroso. Me tumbé en la cama a reposar, no debí haberme esforzado tanto en el día de hoy y… aunque era de día no sería hasta la noche que me despertaría por varios golpecicos en mi puerta, golpecicos acompañados por la voz de Nico llamándome.

Me desperté, estaba ya vestida con el uniforme aunque un poco desarreglado.

-¡Alire! Abre, tenemos que trasladarte ya de cuarto.

-Voy…

Abrí la puerta y Nico entró silenciosamente.

-¿Tienes todo ya preparado?

Negué con la cabeza, él se sentó en mi cama esperando. Cogí mi maletín y metí en él los pocos objetos que tenía, casi todo lo del cuarto era del Colegio.

-¿Cómo te encuentras?

-Mareada… Esto me está viniendo grande.

-Jajaja tranquila, de aquí a unos días todo habrá terminado.

Con todo preparado salimos de la habitación. Me guió por el recinto hasta llegar a un edificio aun más apartado y me condujo por los pasillos hasta una habitación en uno de los extremos más alejados del edificio. Era grande, muy lujosa, preparada para una persona. Tenía hasta balcón.

-Guau

Nico me miraba, tenía la cara feliz aunque yo no entendía del por qué.

-Pues ya está todo, lamento que hayamos tenido que traspasarte por la noche pero…
surgieron contratiempos. Te dejo, quizá se acerquen a saludarte.

-Vaya, espero que no

-¡Nos vemos!

Se fue cerrando la puerta, esta vez ya no tan silenciosamente. No tenía ganas de nada, estaba rota y cansada así que me desplomé en la cama. Mañana sería Domingo.

-Vaya… No esperaba verte por aquí

¡¿Pero qué?! Una voz... ¿De dónde viene?

martes, 17 de julio de 2012

~Capítulo VI - Acción~

La chica del otro curso se puso delante nuestra apuntando con la rama al nuevo sujeto en escena. Estaba tan nerviosa que el pulso le temblaba. Me puse detrás suya y pasándole los brazos por los lados acabé sujetando la rama junto a ella intentando tranquilizarla. Daniel por su parte quería irse, se le notaba el miedo en la mirada.

-¡Vámonos! ¡Se va a romper la cabeza cuando llegue! ¿Qué creéis que pasará con nosotros si nos pillan con él, eh?

La chica temblaba cada vez más y llegó un punto en el que el rubio ya estaba muy cerca. Daniel echó a correr y sin saber cómo acabó siendo sacudido por los aires.

-¡JA JA JA! Aquí no se escapa nadie.

El chico estaba en pie frente a Daniel que acababa de caer al suelo dolorido, era algo sorprendente… y no nos dimos cuenta de cuándo el rubio llegó al suelo. Mientras tanto le susurré a la chica:

-Sssh, te la voy a coger prestada.

Ella asintió y se puso detrás mía. El rubio puso la pierna sobre el pecho de Daniel y empezó a darle fuertes pisotones con los que el pobre indefenso gritaba de dolor. Miré los alrededores, no había nadie, nadie nos podría ver… Cogí carrerilla y me acerqué al rubio con el palo intentando sacudirlo.

-Oh, una valiente… Nos vamos a divertir tú y yo pero bien.

Mientras me hablaba yo intentaba darle más y más golpes, golpes que él fácilmente esquivaba con una velocidad increíble. Recordé a la mujer gótica de días anteriores y lo incapaz que fui de no poder hacer nada, ni si quiera gritar, ni huir…

-Esto es malo… ¡corre! ¡Escóndete!

La chica me hizo caso y empezó a correr. El rubio puso pose para seguirla y… ~TIC-TAC~… no se cómo paso. Quizá fuera mi voluntad de querer entorpecerlo lo que hizo que éste cayera al suelo tropezando con la rama a sus pies. Desde el suelo y mirando hacia los lados parecía que el chico buscaba la causa de su torpeza.

-No me lo puedo creer.¡¡JA JA JA!! ¡Vas a ser el postre perfecto!

El chico se puso de pie y con gran velocidad arremetió contra mí, yo por mi parte intenté parar el choque poniendo los brazos en cruz, no sirvió de nada. Me llevé una patada por la derecha y caí al suelo rodando. Dolor… el dolor me empezaba a recorrer el cuerpo. El chico rubio se giró a Daniel y… no pude ver nada más. Sangre brotaba de una herida en la cabeza y me obligaba a cerrar los ojos. Los alaridos de Daniel me golpeaban como latigazos, el rubio empezaba a reírse a carcajada viva y cuando logré ponerme en pie… Silencio.

-Oh…

Presionaba la herida con la mano izquierda mientras que con la derecha retomaba la rama. Daniel estaba tirado y… no se movía. Desgraciado… Cogí la rama con ambas manos y me quedé mirándolo.

-Me gustan tus ojos... reflejan determinación y odio. Es una pena que acaben bajo tierra.

-¿Tu nombre…

-Dro-..

Agarré bien el palo y en cuanto se dispuso a contármelo me abalancé sobre él y le propine un buen golpe en la cara.

-Aagh. ¡Perra!

Mientras se limpiaba la sangre de las nuevas heridas del rostro fui a ver a Daniel. Tenía los ojos abiertos con la mirada perdida, ya no respiraba. Se los cerré y me giré.

-¿Tu nombre? ¡JA! ¿Por qué iba a un ave importarle lo que haga una rata? No me hagas reír…

-Tsk. No me supliques cuando tenga tu cuello en mis manos, perra.

Ciertamente poco podía hacer, pero cuanto más tiempo mantuviera a éste cerca de mí más tiempo le daba a la otra chica de escapar.

… ~TIC-TAC~… El rubio se adelantó para darme un golpe por la derecha, lo esquivé, ¡bien!
… ~TIC-TAC~… Contra atacó con un golpe en el abdomen, me agaché antes de que lo hiciera y me tiré a por él. Ambos rodamos por el suelo.

¿Qué era ese sonido? Parecían las manecillas de un reloj marcando sus movimientos, marcando el tiempo. Con la caída dejé de escucharlas, pero ¿por q-.? Con los brazos juntos el rubio acabó lanzándome por los aires.

-¡¡JA JA JA!! Es raro, ¿cómo puedes ser que leas mis movimientos? Debo decir que me lo estoy pasado muy bien contigo pero… los negocios son negocios.

Con ambos puños cerrados me volvió a lanzar por los aires camino hacia el estanque. De un salto me siguió y empecé a notar quemazón en los pulmones. Su figura vista desde el agua salió volando como si hubiera recibido un buen golpe y… una “sombra” blanquecina se acercó. Poco después perdí la consciencia.



Había una ambulancia dentro del recinto, el patio estaba vallado. A mi lado estaba Nico junto con Sylph, esperaban que me despertara mientras los médicos me revisaban. Los alumnos se apelotonaban en los límites, cada vez llegaban más. Sus caras incrédulas fijaban la vista en el cuerpo de Daniel para después fijarla en mí.

-¿Ali? Menos mal que ya despertaste. Nos tenías preocupados.

Empezaba a dudar de todo, no me creía ninguna palabra de Nico, no se por qué. Los médicos se fueron al carro y en ese período de tiempo pasó algo curioso:

-¿Qué fue lo que paso? Han encontrado a Daniel muerto.

-Intenté a…

Sylph me tapó la boca con la mano para después con la otra medirme la temperatura.

-Tienes fiebre, no deberías hablar.

Nico se quedó mirándola con rabia y en parte creo que a ella también le molestó lo que hizo pero se callaba.

-¿Y la otra chica? ¿Está bien?

-… Alire… La otra chica está muerta.

-¡¿Q-Qué?!

sábado, 30 de junio de 2012

~Capítulo V - La Jaula~

A una distancia considerable y medio escondida podía ver cómo poco a poco la nueva persona en el Colegio avanzaba camino hacia el director. Parecía cansada y decaída, quizá el viaje la dejará tan hecha polvo como a mí. Guardó con sumo cuidado el medallón que escondía en la mano y prosiguió. Cuando el director hubo terminado con la agenda acogió a la nueva con un saludo informal.

-Oh, así que tú eres la chica nueva que viene del extranjero. Me han dado muy buenas recomendaciones sobre ti… Nos pidieron desde la embajada que encarecidamente le diéramos libertad en cuanto al Colegio se refiere, me consta que así será. ¿Ya tiene pensado el horario que quiere para el nuevo curso, señorita…?

El director dejó la pregunta en el aire, se esforzaba en tener un trato noble con una persona que ni conocía. La chica dubitativa giró la cabeza observando los alrededores hasta que irremediablemente chocó su mirada contra la mía. Tan intensa…

-Sylph, y sí, ya sé qué horario quiero… me lo explicaron muy por encima pero es el que mejor me va.

-Muy bien, pues pasemos al despacho a concretar detalles.

El director se giró y entró en el edificio. La chica se quedó sin moverse durante unos segundos para después contestar:

-Quiero el horario mixto.

Poco después entró siguiendo al director. ¿Qué narices era eso? Por un momento llegué a pensar que me buscó la mirada a propósito aunque lo más probable era que quisiera ojear los exteriores. Habiendo escuchado la conversación de la mañana… quizá tuviera que ver con el señor Hawk, el hecho de tener un trato especial me resonaba demasiado.

La hora de la comida se acercaba y aún no ubicaba del todo dónde estaba el comedor, di varias vueltas hasta localizarlo y tras ver que estaba lleno me convencí para ir otro día más… tranquilo. Volví a la habitación con toda la comida en brazos y la deposité en la cama. Cogí uno de los sándwiches y mientras me lo tomaba miré las ventanas de la habitación. La sensación de brisa fría por la noche era real y aunque aparentemente los cristales estaban bien seguía pensando que había algún hueco por el que entraba.

Pasaron bastantes minutos, me preparé el maletín con el material que ya estaba guardado en el armario: folios, bolígrafos, de todo. Para estas cosas el Colegio estaba muy preparado, demasiado. Varios golpes tocaron la puerta y fui a abrir. Invité a Nico a entrar y éste con gusto pasó y se acomodó.

-Hola, a este paso vas a cansarte de mí, ya lo siento. Venía a informarte, como habéis venido tres alumnos nuevos al Colegio tendremos que presentaros adecuadamente. Si sólo hubieras sido tú te hubiéramos disimulado entre la gente y no pasaba nada pero… Tres ya resuenan demasiado.

-¿Tres? … Tranquilo, lo entiendo. La vergüenza del primer día no se la quita nadie pero, si no es molestia, ¿quiénes más han llegado?

-Oh, pues mmm uno es un chico algo alto aunque me da la sensación que un poco empollón. Su familia no destaca mucho de entre las nobles pero ahí está, es como una secundaria que ayuda a una aun mayor. Y y y… creo que venía del continente del Este (Daemon).

-Vaya, ese estará como yo jaja.

-Si, lo cierto es que si, andaba incluso más perdido que tú jaja. La tercera es una chica del Sur (Sandme). No me han dado muchos datos pero la han recomendado los altos cargos de su zona, por lo que se ve querían que viera mundo.

-Vaya. Cada uno de un lado. A ver cómo encajaremos.

-No te preocupes, se sabe rápido cuando encajas y cuando no, además, la gente tampoco es muy “mala” aquí.

-Esperemos.

Pasaron varios minutos en silencio, mientras tanto preferí seguir poniendo lo necesario en el maletín. Nico observaba lo que anduve haciendo antes de eso, comer…

-¿Comiste aquí?

-Si, vi el comedor muy lleno desde fuera y preferí dejarlo para otro día.

-Pues muy mal, tendré que enseñártelo.

La cara que puse debió de parecer un chiste porque rápidamente cambió de tema.

-Oh, ya casi es la hora. Vamos, tenemos que recoger a los otros dos e ir a clase.

Ambos salimos por la puerta y tras andar por varios pasillos llegamos a la puerta de la primera. La chica salió con un maletín similar al mío, vestía lo mismo que todos, el uniforme escolar. No parecía estar nerviosa.

-¡Buenas tardes!, ¿Sylph era tu nombre cierto?

La chica asintió y nos hizo un gesto con la mano para buscar al restante. Comenzamos a caminar, esta vez tardamos más ya que la segunda parte del edificio, la parte donde estaban los chicos, se encontraba un poco alejada. Así acabamos por recoger al tercero que, con aires tímidos, se acopló al grupo quedándose muy atrás.

El camino hacia clase se hizo un poco largo, Sylph era de pocas palabras y por eso Nico prefirió seguir andando sin preguntar ni decir nada. Poco a poco Sylph se puso a su lado, justo donde estaba yo, y acabó por dejarme a mí atrás excluida... genial. La gente que nos viera por los pasillos pensaría que soy igual de rara que el nuevo, no me había ni dignado a preguntarle el nombre. Preferí pasar el camino memorizando los pasillos del Colegio y las clases.

Una vez llegamos y traspasamos la puerta pudimos ver el aula. Era asombrosamente gigantesca, fácilmente cabían trescientas personas aunque ahora se encontraba medio vacía. Parecía un aula universitaria, en cuesta hacia abajo y llena de mesas todas juntas. Bajamos las escaleras hasta llegar abajo del todo y los cuatro nos pusimos frente la pizarra.

-Bien compañeros, hoy tenemos tres nuevos alumnos en el aula, espero que los tratéis bien. Estos son Sylph, Alire y Daniel. Cada uno de ellos viene de un continente distinto y están cualificados para estudiar en el Colegio.

Sylph agachó la cabeza en forma de saludo y respeto, Daniel y yo la imitamos. Después Nico bajó del podio donde estaba la pizarra y fue a buscar su sitio como delegado. Por nuestra parte nosotros tuvimos que buscarnos el hueco en la clase. Sylph fácilmente encontró asiento, un grupito de jóvenes la recibió con ganas. A Daniel y a mi no nos fue tan bien y nos tuvimos que conformar sentándonos arriba.

La clase transcurrió muy tranquila, todo normal. El chico tímido de al lado parecía que poco a poco se empezaba a abrir o por lo menos hacia mí, sacó de su mochila unas gafas que le daban apariencia aún más de empollón. Ambos intercambiamos varias opiniones sobre las clases y al terminarlas nos fuimos a la vez. Nico se quedó esperando a que el aula se vaciara y Sylph fue con su grupito acompañada.



Estuvimos media semana siguiendo este ritmo, media semana comiendo de mi reserva. Nico cada vez se aparecía menos por mi cuarto y sin embargo lo veía siempre por las esquinas, vigilando. Media semana… el día de hoy resultó ser viernes. Si, hoy era viernes y estábamos sobre las dos catorce de la noche. Una voz susurraba mi nombre a la vez que la brisa fría me despertaba. Esta vez era diferente. Salí andando por el pasillo. Una nueva silueta esperaba en el recibidor para después salir al exterior corriendo. Intenté alcanzarla y salí tras ella al exterior. Era de noche pero podía notarse algo de luz por varios candelabros que había en las paredes.

-¡¡Espera!!

La voz de Daniel se acercaba nerviosa hacia mí.

-¿A-Alire? ¿Qué haces tú aquí?

-Eso debería preguntarlo yo ¿no?

Una tercera chica de otra clase venía lentamente por detrás, estaba tan nerviosa como Daniel, quizá incluso más. Estaba tan insegura que llevaba una rama gruesa en las manos. Al vernos nos apuntó a ambos con ella.

-¿Quiénes sois vosotros? ¿Para qué me habéis llamado? ¿Ya está bien con la bromita no? Todas las noches me hacéis lo mis-…

-¿Bromita? ¿Qué bromita?

-Sssh calla Daniel, déjala hablar.

-Me…

De repente un chico de unos veinti-pocos se abalanzó sobre nosotros tres desde un balcón que había a un tercer piso. Vestía cuero negro por todos lados. Llevaba una chaqueta que le llegaba hasta el suelo, y era tan rubio que se podía confundir el color con el blanco, tenía unos colmillos tan largos que solo con verle abalanzarse sobre nosotros daba miedo. Se aproximaba gritando:

-¡¡Hora de cazar!!

viernes, 29 de junio de 2012

~Capítulo IV - Amistades Peligrosas ~

¿Qué está pasando? ¿Por qué tiene tanta sangre en las manos y… y por qué la tengo yo? No… no entiendo… nada… absolutamente nada…

Un trueno desgarrador me sacó de mis pensamientos para llevarme a la escena, al recibidor. Gracias a los leves relampagueos que sucedían cada pocos minutos podía intuir dónde estaba ella. Seguía allí arriba, quieta, mirándome o eso me parecía a mí.

-Deberías irte, chica.

Si… me estaba viendo perfectamente. Su voz dejaba ver cierto tono altanero contra mí.

-¿No me oyes?

-… ¡¿Qué?!...

Noté que me temblaba la voz pero aun así quise mantener mi posición.

-¿Quién eres?

-Te lo diré una vez más… márchate del Colegio… te arrepentirás, créeme.

-¿Eso es una amenaza?

-…

Un nuevo trueno irrumpió en la escena, fue tan sorpresivo que por acto reflejo me giré hacia la ventana. Tan pronto como pude y aprovechando la nueva luz me volví paraa ver a la mujer que ahora empezaba a moverse. No sé cómo ni por qué pero en cosa de milisegundos bajó por las escaleras como un rayo hasta posicionarse frente a mí. ¡¡Joder!!… no me dio tiempo de escapar, no podía girarme y mucho menos dar marcha atrás, me encontraba contra la pared. Ella se me acercó y sujetándome la cara terminó por susurrarme al oído con tono triste:

-Vete de aquí Alire… Tienes demasiados frentes abiertos…

-Qu..

Unas pisadas fuertes se acercaban hacia nosotras, ambas nos giramos. Parecía Nico, venía corriendo a zancadas con un farol en la mano y totalmente empapado.

-¡¿Quién esta allí?!

En lo poco que tardó en iluminar la estancia con el farol la mujer desapareció sin dejar rastro, tan sólo dejó la sangre que tenía en las manos, aquella con la que me manchó la cara… Me desplomé cansada en el suelo.

-¿A-Alire?

-Nico… no pensé verte aquí.

-¿Qué ha pasado?

La palabra resonaba en mi cabeza, “Alire”. ¿Realmente ella me conocía? Aún nadie sabía que estaba allí, sólo Nico y el director. Quizá… las siluetas… todo era muy confuso.

-Vamos, ya me contarás por el camino.

-Si…

A Nico no podía involucrarlo o por lo menos no ahora. Esto tenía que quedarse aquí. Ambos nos dirigimos hacia mi cuarto. El pomo de la puerta estaba manchado de sangre… No dude en girarlo y abrirla así.

-¿Y esto?

-Esto… me corté al salir de la habitación, parece mucha pero no es nada.

-Vaya, ¿y la herida?

-Ahora la limpio.

Tenía la cara manchada de sangre. Rápidamente busqué el baño interior del cuarto para ocultarme de él y ya de paso lavarme.

-Deberías de tener vendas en el armario.

Mientras él esperaba fuera me lavé la cara y las manos. Cogí las vendas y antes de que entrara me cubrí la mano derecha.

-Ya está. Por cierto, ¿cómo es que andas dando vueltas por la noche?

-Escuché varios disparos por los exteriores, cuando llegué al lugar vi la verja abierta y al guardia dormido y supuse que alguien se había colado. Pero parece que al final sólo fue un susto, la verja volvió a cerrarse y por lo que veo todo está en orden. Te dejo descansar, mañana nos veremos.

-Si aunque… ¡te vas a dormir en clase!

-Mira quién habla. Bueno, hasta mañana, ya hablaremos.

Nico terminó saliendo de la habitación lavando el pomo y cerrando así la puerta. Me acosté en la cama volviendo a sentir esa sensación de frío pero esta vez me obligué a centrarme en el día de mañana.



Pocas horas más tarde me desperté. Me puse la ropa y haciendo tiempo cogí el periódico. Me sorprendí bastante al ver que las esquelas ocupaban bastantes páginas más de lo normal. El periódico al igual que en los demás continentes recogía artículos de opinión de varios ilustres escritores de prestigiosa fama. Entre ellos estaban los nombres de [Leo Dest., Jota Freix, Isthaar, Dave D. y varios más]. Sus artículos eran una de las pocas cosas que me gustaba conservar como recuerdo de mi estancia cuando… pasó… eso.

Una vez preparada me levanté y salí al exterior. Ahora debía de haber poca gente, en los exteriores se podían contar las personas con la mano. Me acerqué a una de las “máquinas” que había cerca y eché una moneda. La máquina se atascó dejándome sin desayuno.

-Genial…

Un grupo de jóvenes me miraba desafiantes, como riéndose de mi. Andando me aparté de la escena y entré en el edificio principal en busca del director. Cuando llegué me dispuse a tocar como la primera vez pero ya se encontraba reunido. Casi sin quererlo me quedé escuchando la conversación esperando a que terminaran tras la puerta.

-…será puntual.

-Eso espero. De lo contrario deberé cambiar la prestación de los servicios.

-Mañana saldrá el primer cargamento.

-Está bien, espero no volver a tener esos… inconvenientes, director Duke. No querrá saber los contratiempos ¿verdad?

-Aquí tiene la primera parte.

-¿Primera? Ese no era el acuerdo.

-Por los… contratiempos.

Una sombra me agarró por detrás tirándome contra la pared y agarrándome del cuello y el hombro.

-Aghhh… Su-élta-me…

Abrió los puños dejándome caer sobre uno de los sillones que había fuera.

-¡¿Qué se supone que estás haciendo?!

-Eres un poco brusco ¿lo sabías?

La mirada de Nico era bastante tenebrosa, podría decir que incluso parecía la de un asesino. La puerta se abrió y de ella salieron dos personajes, el director y un joven de unos veinti-muchos. Tenía apariencia de noble y vestía traje con capa. Pocas veces había visto yo a alguien así. Tenía una perilla disimulada y su pelo estaba peinado hacia atrás dándole pintas de galán.

El noble tras vernos intercambió varias miradas con el director, como queriéndole decir algo. Después se acercó a nosotros y tomándome la mano me saludó como solo los nobles sabían; tras esto se aproximó a Nico y lo saludó de una forma más amistosa.

-Esta es Alire. Llegó nueva al Colegio hace relativamente poco.

-¿Alire? … Está bien ver cómo el Colegio va renovando vida… Oh, qué descortés por mi parte perdonadme. Mi nombre es Reig Hawk. Espero sinceramente poder volver a cruzarnos otro día. Si me disculpáis, debo partir enseguida, la agenda no disculpa a nadie.

Tanto Hawk como el director se aproximaron a la puerta hasta finalmente salir del edificio y el recinto. Nico se sentó en uno de los sillones aliviado por evadir de alguna forma lo que podría haber sido un conflicto.

-Y bien, ¿qué buscabas?

-Ah pues… la máquina de la entrada por lo que se ve no acepta monedas ajenas. Venía a preguntar si podrían canjeármelas por las de aquí, sé que son pocas pero algo necesitaré.

-Está bien. Espera aquí.

Entró al despacho del director para salir con un pequeño saco de monedas.

-Te dejaré esto como adelanto pero a cambio… no vuelvas a escuchar conversaciones privadas por favor. Discúlpame por las formas de antes pero… es mejor que las personas ajenas no reciban informaciones equivocadas.

-Ciertamente entiendo lo que dices. No sé qué me hizo escuchar,no volverá a pasar.

Nico parecía un poco nervioso o decaído, no sabía bien por qué pero si el pillarnos tras la puerta le fue una gran molestia tenía pensado recompensarle cuando terminará mi objetivo, no se cómo. Le miré regalándole una sonrisa optimista y diciéndole:

-Nico… no te preocupes. Apenas nos conocemos y ya te estoy metiendo en líos pero ten por seguro que tarde o temprano te devolveré los favores.

Él me miró en parte aliviado, en parte algo más calmado. Lo hecho estaba hecho. Por otra parte, yo mantenía en mi mente la idea de que Nico no me preguntaba el por qué andaba sola por la noche... algo habría que no le interesara, no debería tener a Nico tan cerca siempre.

Minutos más tarde y dejando a Nico en el despacho, caminé hacia la máquina donde me dispuse a sacar bastantes más alimentos que un simple desayuno. Sería como mi reserva para el Colegio. Fue entonces cuando vi a una chica nueva atravesando la verja de la entrada al recinto.

La chica portaba una carta como la que yo llevaba ayer. El director estaba preparado para recibirla aunque algo ocupado, dedicaba más tiempo mirando la agenda que viendo siquiera los alrededores; era fácil suponer que alguien lo habría alertado de su llegada. Desde la máquina no podía observarla del todo bien pero había algo que me era familiar, sus ropajes estaban en gran parte ocultos bajo grandes capas que quedaban entre un color blanquezino raro, probablemente veis. Me acerqué sigilosamente lo suficiente para poder fijarme, para una persona normal sería difícil de ver pero sujetaba una especie de medallón grande en la mano. Podía intuir el dibujo que éste tendría y… era exactamente igual que el símbolo del reloj de cuerda que yo conservaba de… aquella noche.

El reloj… cada vez que pensaba en él notaba una tensa angustia y desesperación que me terminaba por sumergir en la depresión. El ruido de las manecillas era suficiente para enloquecerme de forma descontrolada y a martillazos; por alguna extraña razón podía recordar algo de él: en algún momento yo lo recogí del suelo cuando a alguien se le calló.

Me había obligado a mí misma a llevar siempre conmigo este aparato, de alguna forma servía de conexión con lo que yo tanto anhelaba… y era capaz de enfriarme la mente por completo.

miércoles, 27 de junio de 2012

~Capítulo III - La Noche Oscura~

Sentía una masa de calor agradable que me animaba a seguir durmiendo, al abrir los ojos los destellos de luz a través de la ventana terminaron por despertarme. La ventana estaba abierta y por ella entraba una suave brisa de aire que se agradecía bastante. No se si partir sería lo más indicado pero quedarme en este pueblo estaba visto que no. Bajé y desayuné, la mujer me sirvió un café temblando, era extraño. Dejó mis ropas en la barra y al terminar fui al baño a cambiarme. Al salir le di un puñado de monedas extras para pagarle por la gran hospitalidad y finalmente terminé por partir.

Estando frente a la puerta alguien la abrió por fuera y terminamos por chocar. Me llevé un pequeño golpe en el hombro que aunque ayer no se notase hoy me abrasaba en vida. No pude evitar un pequeño gruñido de dolor. Se trataba de una mujer que una vez dentro terminó por mirarme de reojo, a penas la pude ver antes de que se cerrara la puerta pero… me dejó bastante tensa. Diría que incluso se estaba riendo…

Hoy hacía menos frío, era raro. Camino hacia la salida pude ver en una esquina un quiosco así que antes de salir del pueblo me acerqué y compré el periódico del día. Los sucios caminos de hielo ahora eran tan solo finas capas de nieve que me limitaba a seguir con el mapa en la mano para no perderme. Un puente de dudoso aspecto obstaculizaba el paso y antes de intentar cruzar hice unas pruebas para ver si aguantaría mi peso. Era de tambaleo fácil, estaba suspendido en el aire agarrado por varias cuerdas. Di un paso, bien hasta aquí todo bien; segundo, tercero… siete pasos por delante el puente comenzó a temblar y sin saber cómo ni por qué una persona se agarró a mí y a las cuerdas con los brazos guardando el equilibrio.

-¡Hola! ¿Qué hay?

No sabía cómo reaccionar así que de un salto me liberé de él avanzando así otro tanto más.

-Tranquila, sólo quería ayudar…

-Si, por supuesto…

Era un chico joven, tal vez de mi edad. Estaba vestido con grandes forros de cuero cubiertos por pequeños parches que tapaban los rotos. Se acercó sigilosamente.

-Venga, te ayudaré.

Mientras avanzaba pude ver cómo bajo sus ropajes guardaba una pistola y un puñal, el brillo que desprendían con la luz me hizo dudar de si realmente sólo tenía esas o portaba aún más armas. No era de fiar, seguí caminando aceleradamente hasta llegar al final del puente. Él rápidamente pudo seguir mi paso y en cuestión de segundos se situó detrás.

-No necesitaba ayuda, ¿ves?

-Eres un poco borde ¿sabes?... Espero que encuentres lo que buscas sin necesitar ayuda…

-… Hasta otra… cazador.

Continué todo recto hasta llegar a lo que sería un grandioso edificio de lujosa arquitectura. No era el único, había varios repartidos por toda la zona. Una especie de lago con fuentes adornaba todo el territorio del Colegio y éste quedaba rodeado por un bosque bastante amplio. Apenas podía notarse una fina capa de nieve cubriendo las superficies y adornando en cierta forma el panorama.

Para acceder al Colegio tuve que pasar por una verja protegida por un guardia de seguridad, al enseñarle la carta no tuvo más remedio que abrirme. Entré al primero de los edificios, curiosamente el más grande. Desde la entrada y por toda la estancia podía escucharse una pieza de piano, música clásica tal vez. Siguiendo las indicaciones acabé llegando a lo que sería el Despacho del Director y di dos toques en la puerta pidiendo permiso para entrar.

-Adelante.

Entré lentamente y me senté en la silla del despacho. El hombre que estaba allí clavó su mirada en mí. Vestía traje negro, con una corbata roja y el pelo corto y engominado… parecía un poco estirado y sobre unos treinta de edad.

-Usted dirá.

-Hace unos días recibí una carta de invitación al Colegio…

Cogí la carta y se la pasé. Con cuidado abrió el sobre y leyó lo que ponía, no tardo mucho en cerrarla y tocar una campanilla que había en la mesa. A los pocos segundos entró en escena un chico de mi edad, vestía un uniforme negro y tenía el pelo corto de color castaño claro y revuelto. Llevaba un collar muy… peculiar, quizá fuera para distinguirlo de otros alumnos.

-¿Me llamaba?

-Si, verás, aquí tenemos a la señorita Alire Damar. Ha venido como alumna nueva al Colegio y desea incorporarse inmediatamente, ¿podrías hacer el favor de acompañarla y enseñarle los aposentos?

-Si, director.

-Y, perdona por ir directo. Yo seré de ahora en adelante tu Director, mi nombre es Robert Duke. Cualquier duda que tengas no dudes en venir.

-Gracias. Encantada igualmente.

El chico joven abrió la puerta y salió esperándome afuera. Hizo un gesto para que lo siguiera y paramos en lo que eran los dormitorios, situados en otro edificio. Todo transcurría en silencio. Abrió la puerta y ambos entramos.

-Bien pues, ésta será tu nueva habitación. Tienes la ropa autorizada en los armarios, te daré la llave, tendrás que llevarla siempre encima.

Su frialdad hablando me dejó descolocada pero… necesitaba tener a alguien conocido de mi lado. Mis intenciones en el Colegio eran claras: averiguar quién mandó la Carta y por qué, qué relación tendría todo esto que ver conmigo…

-… ¿Qué nombre tienes?

-Pensé que no eras de presentaciones, jaja. Mi nombre es Nico, soy el representante de los alumnos y estoy autorizado por la dirección para cumplir otras funciones, como ésta.

-Es bueno saberlo, y más aún el poder contar con alguien. Siendo nueva…

-Ya imaginaba. No te preocupes, te adaptarás rápido.

Me senté en la cama para descansar y reposar el maletín en el suelo. Por su parte, Nico se sentó en otra cama que había enfrente.

-¿Y esa cama? ¿Es habitación doble?

-Si pero… ahora mismo la otra persona de la habitación no está muy… amigable. Digamos que prefiere irse a la residencia de pago que permanecer aquí. Casi es mejor, es una persona muy… difícil.

Pasaron varios minutos en silencio, no me acababa de hacer aún a la idea pero… tenía que permanecer aquí.

-Bien, por otra parte te informaré: las clases pueden ser de varios turnos pero el que se te ha asignado las reparte entre la mañana y la tarde, dejando días de descanso y alternos. Es un horario muy flexible aunque no lo parezca.

-Está bien, no pasa nada. Todo es cuestión de rutina.

-Estarás cansada… te dejaré descansar por hoy. Mañana tienes que ir de tarde. Si tienes dudas sobre la localización puedes preguntar en secretaría, está frente a la puerta de salida. Probablemente coincidamos allí. ¡Adiós!

Nico salió por la puerta cerrándola. Por mi parte y dejando ya el maletín a un lado de la cama, busqué de entre la ropa algún pijama que me sirviera. Encontré uno negro y bastante abrigado. Después de ponérmelo, me deje caer sobre la cama esperando descansar, la noche había llegado drenando mi fuerza y no tardé mucho en caer dormida.



El sueño rápidamente se apoderó de mí pero no tardé mucho en despertarme. Una suave brisa de aire frío corría por mi cuarto dejándome helada. Podía escuchar las pisadas y el caminar de una persona justo por el pasillo. Salí de la habitación sin hacer ruido y al cerrar la puerta noté que el pomo estaba húmedo. La luz de la Luna era la única que iluminaba entonces el lugar, por el sonido parecía que estaba lloviendo. El ruido de las pisadas se alejaba y decidí ir tras él y ver qué pasaba.
Acabé llegando a una especie de recibidor, una habitación grande de dos pisos accesibles por unas escaleras que había a cada lado. Las pisadas dejaron de escucharse y con la luz de un trueno pude ver en el piso de arriba a una chica de unos pocos años más que yo. Las sombras le oscurecieron la cara haciendo que no pudiera verla bien. Llevaba un vestido negro elegante que me hacía dudar de si la chica era gótica; de pelo negro, suelto y largo, tenía los brazos apoyados en la barandilla. Como último detalle puedo decir que… tenía las manos manchadas de gran cantidad de sangre y… me estaba mirando a mí.



domingo, 10 de junio de 2012

~Capítulo II - Siluetas del camino~

Empecé a correr por la iglesia buscando cualquier vía de escape. Las pisadas cada vez se escuchaban más y más cerca y aún no había visionado al objetivo. Me volví a la habitación trasera y con el abrecartas en mano empecé a dar fuerte contra un cristal de una ventana pequeña. Era tan duro que pronto desistí. El ruido de las pisadas ya no se escuchaba, ¿se habría ido esa… cosa?

Salí otra vez al pasillo dando pasos hacia la puerta. No había eco. La luz de las velas de la lámpara que colgaba del techo habían sido interrumpidas de alguna forma para volver a reaparecer a los pocos segundos, como si una andanada de aire hubiera chocado contra el fuego. En un acto reflejo alcé la vista para observarlas y a lo alto, en el triforio, pude ver otra silueta más humanoide. El sonido de algo pesado cayendo a mis espaldas hizo que me girase con tremenda velocidad dando después varios saltos hacia atrás en un intento de esquivar lo que me había asustado. Una gigantesca estatua de piedra con una brutal forma grotesca estaba postrada enfrente mía y empezó a cobrar vida saltando hacia mí para… ¿aplastarme? En cosa de milisegundos intenté correr hacia la puerta. La silueta humana estaba sentada mirándome como si se divirtiera con el espectáculo y pronto la perdí de vista, la estatua se situó enfrente mía con un salto por encima llamando así toda mi atención. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué se hace en estos casos? Huir… hui hacia atrás corriendo, la estatua avanzaba a grandes zancadas destrozando los bancos y agrietando el suelo quedando a pocos centímetros de mi. Fue una decisión muy ahogada pero no podía hacer nada más, antes de que pudiera reaccionar di un paso seco hacia la derecha metiéndome así en una de las capillas que había por los laterales, me serviría como escudo de forma momentánea. La estatua no pudo seguir mi velocidad y tardó en darse cuenta de mi ubicación. La puerta estaba cerca pero seguía sin tener la llave y aun teniéndola no podría abrirla sin que me aplastara. Ésta empezó a chocar contra la pared intentando entrar donde yo estaba y al no poder hacerlo metió sus garras una a una para alcanzarme. Poco a poco la capilla se estaba derrumbando dejándome cada vez más expuesta, lo único que podía hacer era esquivar… En pocos minutos quedé completamente a la vista de la estatua que terminó por estirarse hacia arriba como si quisiera tirarse después en picado aplastando todo lo que quedaba, aplastándome a mí. Tenía que escapar y sólo veía una oportunidad, una gran oportunidad… ¡Si!, por fin me armé un plan. En cuanto la estatua arremetió contra el suelo me acerqué a ella y aprovechando su fijeza me colé entre sus patas resbalándome malamente por el suelo agrietado. Ella seguía igual de rígida ahí clavada. ¡Genial! No se había enterado si quiera de que había escapado. Me apresuré a la puerta sacando las llaves del bolsillo y encajando la primera… después la segunda…

-¡¡¡ JA JA JA !!!

Giré la vista. Varios bloques de piedra cayeron sobre la estatua dejándola atrapada al dar el golpe. Se podía escuchar una risa fuerte… venía del triforio. Ahora había una segunda silueta que se le acercaba más y más a la sentada. La primera, alta y con trajes elegantes, parecía un hombre; la segunda era todo un misterio pero conforme se le acercaba aplaudía mirándolo a él, y mirándome a mí y a la estatua. Se estaba riendo a carcajada viva y con un tono muy burlesco. La voz era femenina y estaba cubierta por capas y ropajes raros. Saqué la llave de la cerradura y me dediqué a observar.

-No me lo puedo creer…

El hombre se levantó y se asomó para vernos mejor.

-¡¡Termina el trabajo, Garla!!

Su tono serio y firme se me clavó en mis adentros dejándome confusa. La estatua comenzó a levantarse sacudiéndose los pedruscos y el polvo, girándose lentamente acabó por mirarme. Nunca pensé que pudiera pasar pero… ¿una estatua podía estar furiosa? Sin dudar arremetió contra mí. Jeje, ya me sé su punto débil… En el último momento me agaché dando un paso hacia adelante haciendo así que la estatua se empotrara contra el portón de madera destrozándolo y dejándome libre al fin.

-Tss, estatuas a mí… - dije aliviada y en parte victoriosa.

La estatua parecía estar KO así que con cuidado para que no se enterara pasé por encima y acabé por esconderme entre las sombras de los muros. Poco después de perder a las siluetas de vista pude escuchar algo.

-¡¡¡ JA JA JA JA !!! … ¿Qué creías qué hacías?

-Tss… Garla… ¡¡Desaparece de mi vista!!

-No sabes nada… vuelve a…

Una antorcha a lo lejos llamó mi atención y preferí perderme por las calles que escuchar la conversación, una gran concentración de personas se acercaba a paso ligero hacia la iglesia. Me apresuré en busca de la posada, ya era de noche y estaba cansada y con varias heridas por el cuerpo. Me obligué a no pensar en nada hasta estar a salvo.

En cuanto llegué a la posada pedí rápidamente una habitación, no había nadie en lo que era la parte de la taberna así que podía tranquilamente esperar y observar qué heridas tenía. Mis ropas estaban completamente sucias así que me quité la chaqueta y la sacudí. Al salir, el dueño dejó la llave y observó mis heridas.

-¡¿Qué te ha pasado, chiquilla?! Espera aquí un momento.

Supongo que fue a por algún kit de primeros auxilios, me sorprendería habiendo visto lo seco que es. Hice varios estiramientos para encontrar las partes doloridas. El tabernero pronto salió con su mujer y varias vendas. Me ayudaron ajustándome vendajes y dejándome medicinas para los rasguños, al final acabaron mirándome con dudas.

-La verdad es que… ni yo misma sé qué pasó.

La mujer muy gentilmente cogió mis ropas para lavarlas y así fue como terminé el día, o eso me gustaría decir. La puerta se abrió y poco después escuché como cristales romperse. Entré a mi cuarto y me metí en la cama, las imágenes me azotaban una y otra vez; parecía un sueño tan irreal, pero no, las heridas confirmaban que no lo era. ¿Y esas siluetas? Pensando en cómo serían terminé por caer de sueño…


martes, 29 de mayo de 2012

~Capítulo I - Comienzo sin retorno ~

Caminando sin destino dejé marcadas mis pisadas por el camino cubierto de nieve, lo que sería mi rastro vagando. Hacía bastante frío y el viento aullaba lleno de fuerza. Mi vestimenta entonces era muy sencilla, chaqueta negra con detalles azules, vaqueros y un palestino que me protegía frente a las bajas temperaturas. Portaba un maletín colgado por una banda en el hombro y en él guardaba las pocas cosas que me quedaban desde que pasó… aquel incidente; intentos de recuerdo, algo de ropa y poco más, lo típico. Si, como podéis comprobar, me desplazaba de forma duradera y sin maletas como quien viaja sabiendo que quizá no haya retorno y pasara lo que pasara pocas cosas se iban a quedar atrás.

En uno de los bolsillos guardaba una carta aparentemente vieja que por dentro resultaba estar escrita con letras plateadas. Misteriosamente me llegó cuando aún permanecía inconsciente en mi anterior… alojamiento, lo cual resultaba raro porque apenas había personas que supieran de mí entonces. Era mi única pista para volver recordarlo todo y pretender tener otra vida más plena.

La carta era del “Colegio Silver”, famoso en todo el continente por las grandes figuras que salían de él. Su acceso quedaba restringido a unos pocos capaces de permitírselo económicamente y con ciertas destrezas físicas e intelectuales. En ella decía:



Tras varias horas caminando llegué a Roseville. Busqué una de las posadas para descansar. Según el mapa que tenía, el Colegio quedaba a menos de un día caminando, pasando a través de otro pueblo y de un río. La mejor decisión era quedarse en la posada dado que ya llegaba la noche.

El tabernero de la posada se mostraba indiferente y a ratos parecía hostil. Mientras buscaba la llave de la habitación esperé en la barra tomando un café. En poco tiempo la posada se llenó, hombres armados hasta arriba bebían juntos en una mesa hablando en voz baja y mirándome de reojo. El viento rugía de tal forma que la puerta se abrió de par en par y con ella apareció otro hombre más cansado y con varias heridas. Sus armas y ropajes estaban rotos.

-Se me ha escapado…

-Has hecho lo que has podido – decía su compañero hasta que el que parecía que era su líder golpeó la mesa.

-Que no se acerque al pueblo… ¡largaos!

El tabernero se acercó dándome la llave y yo subí a la habitación a descansar.

Al día siguiente me levanté antes de que las campanas de la iglesia resonaran. Llevaba la misma ropa puesta. Bajé para desayunar y largarme, no sin antes darme cuenta de que la moneda que se usaba aquí era diferente a la de mi anterior estancia… menos mal que las aceptaban igualmente.


¡¡¡¡PUM!!!! ¡¡¡¡PUM!!!! … ¡¡¡¡PUM!!!!



Varios disparos lograron llamar mi atención antes de salir de la posada. Parecía peligroso después de haber visto la escena de ayer pero debía partir. Salí del pueblo tan pronto pude.





Cuanto más camino llevaba recorrido, más cambios observaba en el ambiente. El siguiente pueblo, Melida, parecía bastante tétrico. El silencio de sus calles, la suciedad del hielo que debía ser quitado… las casas tenían las persianas bajadas y las gentes miraban de reojo a todo forastero. Conforme más me adentraba más cambiaban las casas, cada vez más lujosas y grandes. No me tardé mucho en encontrar otra posada en la que comer.

Dentro de la posada había varias personas cerca de una chimenea. Pude ver con la mirada que también había un periódico entre las mesas así que entré al baño y al salir fui a la barra pidiendo el menú. Mientras esperaba la comida busqué el dichoso periódico, estaba escondido. Al abrirlo encontré varias páginas recortadas y otras cuantas arrancadas, parecía una broma de mal gusto. Terminé rápido de comer y me dispuse a dar un rodeo por el pueblo.

Con esa forma laberíntica era fácil perderse. Sin darme cuenta en cuestión de minutos acabé llegando hasta el edificio más alto de aquí, la iglesia. Por fuera tan gigantesca y fría, entré por pura curiosidad. El interior era todo lo contrario, espaciosa, bien decorada, varios fieles rezaban cabizbajos por las esquinas que quedaban iluminadas por las vidrieras de lo alto. Estaba llena de grotescas esculturas similares a gárgolas y en el frontal guardaba imágenes aún más desagradables. Me acerqué para observarlas procurando no llamar la atención, caminando pegada a una de las paredes. Al fondo y escondida entre las sombras había como una tabla de madera… no, más bien era una puerta muy pequeña. Se podía adivinar por las muescas y rozadoras que tenía el suelo. La curiosidad me mandó abrir la puerta sin que nadie se enterara y acabé entrando.

El interior era un largo pasillo hecho de piedras y lleno de antorchas y crucifijos. Caminando durante unos minutos se podía ver como una puerta metálica sellada con varios candados, no parecía vieja. Haciéndola a un lado seguí caminando hasta el final donde pude encontrar una amplia sala iluminada y con una gigantesca mesa redonda en el centro. Varias armaduras montadas con sus respectivos baúles a los pies adornaban el lugar. Me acerqué a uno de ellos, estaba lleno de polvo. Intenté abrirlo, la tapa pesaba más de lo que imaginé y las bisagras chirríaban de una manera impresionante, por culpa de eso casi ni me doy cuenta del sonido de las pisadas de varias personas viniendo por el pasillo. Cada vez estaban más y más cerca. Fui al fondo y me metí en una especie de habitación pequeña, estaba oscura pero me servía de escondite. Finalmente las pisadas llegaron:

-Vámonos, estamos perdiendo el tiempo. Nos esperan en…

-Sshh…

El hombre dio varias vueltas hasta acercarse a la puerta, y empezó a girar el pomo para abrirla.

-¡Ya es la hora!

-… Está bien, me estás poniendo de los nervios. – se apartó de la puerta y a juzgar por sus pisadas se acercó a su compañero.

-No es culpa mía, hace más de media hora que debimos partir. ¿Qué les diremos? Pronto se hará de noche…

-No sé de qué te preocupas, siempre llegamos tarde y nunca hemos fallado. No pasará nada. No te olvides tu… “equipaje”… – dijo sacando algo del baúl.

-¡Sí, sí! ¡Enseguida! – empezaron a escucharse varios sonidos, unos eran metálicos, otros parecían golpes bruscos contra algo. – Bueno, pues… ¡En marcha!

-…

Las pisadas de ambos se dispersaron, ya no estaban cerca. Salí del escondite y crucé todo el pasillo para volver a la iglesia, tenía que volver rápido a la posada antes que alguien me descubriera. Tras la puerta intermedia entre los dos lugares, escuchaba unas pocas pisadas ocultadas bajo las oraciones de los fieles; oraciones dichas en voz alta y al unisono. ¿En dónde me he metido? Esperé, en cosa de media hora la campana sonó y todos abandonaron el lugar. El portazo fue la señal que me daba permiso para escapar.

Sin hacer ruido abrí la puerta y salí a lo que sería la iglesia. Eran muchas las velas que iluminaban el lugar. A juzgar por las vidrieras prácticamente ya era de noche, debo darme prisa para salir, a saber cuánto tardarán en volver. Corrí hacia la puerta, tragué saliva al darme cuenta de que estaba cerrada con llave. Me giré. Toda iglesia guarda tras el frontal una habitación para el sacerdote, es ahí donde guarda sus prendas y demás objetos, muy probablemente hubiera algo allí para poder abrir la puerta. Crucé otra vez la iglesia con paso rápido, había muchas llaves en uno de los cajones y en la mesa una especie de abrecartas. Con todo eso volví hacia la puerta corriendo pero… algo raro había en el ambiente. Frené en seco, fue entonces cuando me di cuenta… empecé a ponerme de los nervios. Quizá eran imaginaciones pero necesitaba comprobarlo una vez más, volví a caminar cada vez más rápido para frenar de golpe, una y otra vez, una y otra vez. El eco… no, no era eco, alguien más estaba en la iglesia. Caminaba cuando yo caminaba, sus pisadas cada vez se escuchaban más y más… cerca. Me mantuve quieta buscando su escondite. Tragué saliva y miré al suelo. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando comprobé que… otra sombra me cubría y… no parecía humana…


martes, 3 de abril de 2012

~Prólogo~

En una época en la que la mayoría del continente pasaba por duras situaciones de crisis, aparezco yo en una casa casi enterrada por la nieve y con ropajes llenos de sangre. Estaba oscuro y aunque mi expresión no podía ser vista por nadie intuía que estaba seria y con mirada oscura profunda. A mis pies yacían los cuerpos sin vida de cuantas personas vivían allí. Salí de la casa y, traspasando la tormenta de nieve, entré en una mansión situada a veinte metros, cercada por altas vallas negras. La puerta chirriaba y se encontraba abierta, fácilmente pude acceder al edificio. Era de noche y había poca luz. Corriendo y jadeando por el cansancio me recorrí todo pasillo, pero la situación era la misma. No encontré a nadie, era desesperante. Lo peor de todo era que no recordaba nada…

Bajé las escaleras y empecé a buscar algún medio de comunicación con el exterior intentando dejar atrás la fatal escena. Sobre una de las mesillas pude encontrar un teléfono y, disponiéndome a llamar encontré que las vías estaban cortadas. Un ruido me alertó de que algo pasaba y sin casi darme cuenta acabé dándome un golpe contra el suelo. Las luces se apagaron y por unos segundos perdí la consciencia. Al abrir los ojos un fuerte dolor me azotaba la cabeza y me dejaba el cuerpo tocado. Alguien estaba presionándome contra el suelo impidiéndome moverme. Intenté forcejear pero parecía imposible. Golpeándole el cuerpo, intentaba tirarlo para atrás y quitármelo de encima. Escuché como si algo cayera de sus ropajes al suelo y poco después la persona salió despedida por los aires con brutal fuerza. Aprovechando el lapsus, poco a poco me levanté. Sangre brotaba de mi cabeza ahora con una herida considerable y manchaba mi cuerpo cubriendo lentamente la otra sangre que ya llevaba encima. Cogí el objeto caído y lo guardé, me cabía en la palma de la mano, e intenté a marchas lentas salir de la mansión. En el exterior hacía más frío y había un poco más de luz.

Una vez fuera di varios pasos, uno tras otro y de manera lenta, para no perder el equilibrio. Con mi mano derecha presionaba la herida de la cabeza mientras que con la izquierda buscaba algún farol que estuviera en los establos. Los caballos habían desaparecido y los objetos se encontraban tirados por el suelo. Palpando con la mano acabé encontrando el farol esperado y pasé a encenderlo con unos fósforos que había en la mesa. Fue encenderlo y encontrar a una persona cubierta por una capa de color claro, apenas pude verle los ojos antes de que me propinara un golpe que me dejara inconsciente…


Años más tarde aparecí en una posada. No tenía apenas recuerdos y las gentes me miraban con expresiones de desagrado y miedo. Sólo tres de ellas se me acercaban, obviamente sólo los médicos y propietarios podían acceder a la habitación. Me había recuperado del todo, las heridas eran inexistentes. Me levanté y empecé a hacer vida normal. Los dueños de la posada me mantuvieron durante unos días, fue entonces cuando recibí una carta sellada capaz de cambiar mi mundo por completo. Con unos pocos objetos base y unas monedas cedidas, comencé mi camino.

Mi nombre es Alire Damar, o eso creo recordar. Mi pasado se perdió en aquella noche junto con mi memoria de aquel día. ¿Qué por qué he sido capaz de decíroslo? Muy sencillo, os lo contaré todo…