Red Gold

sábado, 30 de junio de 2012

~Capítulo V - La Jaula~

A una distancia considerable y medio escondida podía ver cómo poco a poco la nueva persona en el Colegio avanzaba camino hacia el director. Parecía cansada y decaída, quizá el viaje la dejará tan hecha polvo como a mí. Guardó con sumo cuidado el medallón que escondía en la mano y prosiguió. Cuando el director hubo terminado con la agenda acogió a la nueva con un saludo informal.

-Oh, así que tú eres la chica nueva que viene del extranjero. Me han dado muy buenas recomendaciones sobre ti… Nos pidieron desde la embajada que encarecidamente le diéramos libertad en cuanto al Colegio se refiere, me consta que así será. ¿Ya tiene pensado el horario que quiere para el nuevo curso, señorita…?

El director dejó la pregunta en el aire, se esforzaba en tener un trato noble con una persona que ni conocía. La chica dubitativa giró la cabeza observando los alrededores hasta que irremediablemente chocó su mirada contra la mía. Tan intensa…

-Sylph, y sí, ya sé qué horario quiero… me lo explicaron muy por encima pero es el que mejor me va.

-Muy bien, pues pasemos al despacho a concretar detalles.

El director se giró y entró en el edificio. La chica se quedó sin moverse durante unos segundos para después contestar:

-Quiero el horario mixto.

Poco después entró siguiendo al director. ¿Qué narices era eso? Por un momento llegué a pensar que me buscó la mirada a propósito aunque lo más probable era que quisiera ojear los exteriores. Habiendo escuchado la conversación de la mañana… quizá tuviera que ver con el señor Hawk, el hecho de tener un trato especial me resonaba demasiado.

La hora de la comida se acercaba y aún no ubicaba del todo dónde estaba el comedor, di varias vueltas hasta localizarlo y tras ver que estaba lleno me convencí para ir otro día más… tranquilo. Volví a la habitación con toda la comida en brazos y la deposité en la cama. Cogí uno de los sándwiches y mientras me lo tomaba miré las ventanas de la habitación. La sensación de brisa fría por la noche era real y aunque aparentemente los cristales estaban bien seguía pensando que había algún hueco por el que entraba.

Pasaron bastantes minutos, me preparé el maletín con el material que ya estaba guardado en el armario: folios, bolígrafos, de todo. Para estas cosas el Colegio estaba muy preparado, demasiado. Varios golpes tocaron la puerta y fui a abrir. Invité a Nico a entrar y éste con gusto pasó y se acomodó.

-Hola, a este paso vas a cansarte de mí, ya lo siento. Venía a informarte, como habéis venido tres alumnos nuevos al Colegio tendremos que presentaros adecuadamente. Si sólo hubieras sido tú te hubiéramos disimulado entre la gente y no pasaba nada pero… Tres ya resuenan demasiado.

-¿Tres? … Tranquilo, lo entiendo. La vergüenza del primer día no se la quita nadie pero, si no es molestia, ¿quiénes más han llegado?

-Oh, pues mmm uno es un chico algo alto aunque me da la sensación que un poco empollón. Su familia no destaca mucho de entre las nobles pero ahí está, es como una secundaria que ayuda a una aun mayor. Y y y… creo que venía del continente del Este (Daemon).

-Vaya, ese estará como yo jaja.

-Si, lo cierto es que si, andaba incluso más perdido que tú jaja. La tercera es una chica del Sur (Sandme). No me han dado muchos datos pero la han recomendado los altos cargos de su zona, por lo que se ve querían que viera mundo.

-Vaya. Cada uno de un lado. A ver cómo encajaremos.

-No te preocupes, se sabe rápido cuando encajas y cuando no, además, la gente tampoco es muy “mala” aquí.

-Esperemos.

Pasaron varios minutos en silencio, mientras tanto preferí seguir poniendo lo necesario en el maletín. Nico observaba lo que anduve haciendo antes de eso, comer…

-¿Comiste aquí?

-Si, vi el comedor muy lleno desde fuera y preferí dejarlo para otro día.

-Pues muy mal, tendré que enseñártelo.

La cara que puse debió de parecer un chiste porque rápidamente cambió de tema.

-Oh, ya casi es la hora. Vamos, tenemos que recoger a los otros dos e ir a clase.

Ambos salimos por la puerta y tras andar por varios pasillos llegamos a la puerta de la primera. La chica salió con un maletín similar al mío, vestía lo mismo que todos, el uniforme escolar. No parecía estar nerviosa.

-¡Buenas tardes!, ¿Sylph era tu nombre cierto?

La chica asintió y nos hizo un gesto con la mano para buscar al restante. Comenzamos a caminar, esta vez tardamos más ya que la segunda parte del edificio, la parte donde estaban los chicos, se encontraba un poco alejada. Así acabamos por recoger al tercero que, con aires tímidos, se acopló al grupo quedándose muy atrás.

El camino hacia clase se hizo un poco largo, Sylph era de pocas palabras y por eso Nico prefirió seguir andando sin preguntar ni decir nada. Poco a poco Sylph se puso a su lado, justo donde estaba yo, y acabó por dejarme a mí atrás excluida... genial. La gente que nos viera por los pasillos pensaría que soy igual de rara que el nuevo, no me había ni dignado a preguntarle el nombre. Preferí pasar el camino memorizando los pasillos del Colegio y las clases.

Una vez llegamos y traspasamos la puerta pudimos ver el aula. Era asombrosamente gigantesca, fácilmente cabían trescientas personas aunque ahora se encontraba medio vacía. Parecía un aula universitaria, en cuesta hacia abajo y llena de mesas todas juntas. Bajamos las escaleras hasta llegar abajo del todo y los cuatro nos pusimos frente la pizarra.

-Bien compañeros, hoy tenemos tres nuevos alumnos en el aula, espero que los tratéis bien. Estos son Sylph, Alire y Daniel. Cada uno de ellos viene de un continente distinto y están cualificados para estudiar en el Colegio.

Sylph agachó la cabeza en forma de saludo y respeto, Daniel y yo la imitamos. Después Nico bajó del podio donde estaba la pizarra y fue a buscar su sitio como delegado. Por nuestra parte nosotros tuvimos que buscarnos el hueco en la clase. Sylph fácilmente encontró asiento, un grupito de jóvenes la recibió con ganas. A Daniel y a mi no nos fue tan bien y nos tuvimos que conformar sentándonos arriba.

La clase transcurrió muy tranquila, todo normal. El chico tímido de al lado parecía que poco a poco se empezaba a abrir o por lo menos hacia mí, sacó de su mochila unas gafas que le daban apariencia aún más de empollón. Ambos intercambiamos varias opiniones sobre las clases y al terminarlas nos fuimos a la vez. Nico se quedó esperando a que el aula se vaciara y Sylph fue con su grupito acompañada.



Estuvimos media semana siguiendo este ritmo, media semana comiendo de mi reserva. Nico cada vez se aparecía menos por mi cuarto y sin embargo lo veía siempre por las esquinas, vigilando. Media semana… el día de hoy resultó ser viernes. Si, hoy era viernes y estábamos sobre las dos catorce de la noche. Una voz susurraba mi nombre a la vez que la brisa fría me despertaba. Esta vez era diferente. Salí andando por el pasillo. Una nueva silueta esperaba en el recibidor para después salir al exterior corriendo. Intenté alcanzarla y salí tras ella al exterior. Era de noche pero podía notarse algo de luz por varios candelabros que había en las paredes.

-¡¡Espera!!

La voz de Daniel se acercaba nerviosa hacia mí.

-¿A-Alire? ¿Qué haces tú aquí?

-Eso debería preguntarlo yo ¿no?

Una tercera chica de otra clase venía lentamente por detrás, estaba tan nerviosa como Daniel, quizá incluso más. Estaba tan insegura que llevaba una rama gruesa en las manos. Al vernos nos apuntó a ambos con ella.

-¿Quiénes sois vosotros? ¿Para qué me habéis llamado? ¿Ya está bien con la bromita no? Todas las noches me hacéis lo mis-…

-¿Bromita? ¿Qué bromita?

-Sssh calla Daniel, déjala hablar.

-Me…

De repente un chico de unos veinti-pocos se abalanzó sobre nosotros tres desde un balcón que había a un tercer piso. Vestía cuero negro por todos lados. Llevaba una chaqueta que le llegaba hasta el suelo, y era tan rubio que se podía confundir el color con el blanco, tenía unos colmillos tan largos que solo con verle abalanzarse sobre nosotros daba miedo. Se aproximaba gritando:

-¡¡Hora de cazar!!

viernes, 29 de junio de 2012

~Capítulo IV - Amistades Peligrosas ~

¿Qué está pasando? ¿Por qué tiene tanta sangre en las manos y… y por qué la tengo yo? No… no entiendo… nada… absolutamente nada…

Un trueno desgarrador me sacó de mis pensamientos para llevarme a la escena, al recibidor. Gracias a los leves relampagueos que sucedían cada pocos minutos podía intuir dónde estaba ella. Seguía allí arriba, quieta, mirándome o eso me parecía a mí.

-Deberías irte, chica.

Si… me estaba viendo perfectamente. Su voz dejaba ver cierto tono altanero contra mí.

-¿No me oyes?

-… ¡¿Qué?!...

Noté que me temblaba la voz pero aun así quise mantener mi posición.

-¿Quién eres?

-Te lo diré una vez más… márchate del Colegio… te arrepentirás, créeme.

-¿Eso es una amenaza?

-…

Un nuevo trueno irrumpió en la escena, fue tan sorpresivo que por acto reflejo me giré hacia la ventana. Tan pronto como pude y aprovechando la nueva luz me volví paraa ver a la mujer que ahora empezaba a moverse. No sé cómo ni por qué pero en cosa de milisegundos bajó por las escaleras como un rayo hasta posicionarse frente a mí. ¡¡Joder!!… no me dio tiempo de escapar, no podía girarme y mucho menos dar marcha atrás, me encontraba contra la pared. Ella se me acercó y sujetándome la cara terminó por susurrarme al oído con tono triste:

-Vete de aquí Alire… Tienes demasiados frentes abiertos…

-Qu..

Unas pisadas fuertes se acercaban hacia nosotras, ambas nos giramos. Parecía Nico, venía corriendo a zancadas con un farol en la mano y totalmente empapado.

-¡¿Quién esta allí?!

En lo poco que tardó en iluminar la estancia con el farol la mujer desapareció sin dejar rastro, tan sólo dejó la sangre que tenía en las manos, aquella con la que me manchó la cara… Me desplomé cansada en el suelo.

-¿A-Alire?

-Nico… no pensé verte aquí.

-¿Qué ha pasado?

La palabra resonaba en mi cabeza, “Alire”. ¿Realmente ella me conocía? Aún nadie sabía que estaba allí, sólo Nico y el director. Quizá… las siluetas… todo era muy confuso.

-Vamos, ya me contarás por el camino.

-Si…

A Nico no podía involucrarlo o por lo menos no ahora. Esto tenía que quedarse aquí. Ambos nos dirigimos hacia mi cuarto. El pomo de la puerta estaba manchado de sangre… No dude en girarlo y abrirla así.

-¿Y esto?

-Esto… me corté al salir de la habitación, parece mucha pero no es nada.

-Vaya, ¿y la herida?

-Ahora la limpio.

Tenía la cara manchada de sangre. Rápidamente busqué el baño interior del cuarto para ocultarme de él y ya de paso lavarme.

-Deberías de tener vendas en el armario.

Mientras él esperaba fuera me lavé la cara y las manos. Cogí las vendas y antes de que entrara me cubrí la mano derecha.

-Ya está. Por cierto, ¿cómo es que andas dando vueltas por la noche?

-Escuché varios disparos por los exteriores, cuando llegué al lugar vi la verja abierta y al guardia dormido y supuse que alguien se había colado. Pero parece que al final sólo fue un susto, la verja volvió a cerrarse y por lo que veo todo está en orden. Te dejo descansar, mañana nos veremos.

-Si aunque… ¡te vas a dormir en clase!

-Mira quién habla. Bueno, hasta mañana, ya hablaremos.

Nico terminó saliendo de la habitación lavando el pomo y cerrando así la puerta. Me acosté en la cama volviendo a sentir esa sensación de frío pero esta vez me obligué a centrarme en el día de mañana.



Pocas horas más tarde me desperté. Me puse la ropa y haciendo tiempo cogí el periódico. Me sorprendí bastante al ver que las esquelas ocupaban bastantes páginas más de lo normal. El periódico al igual que en los demás continentes recogía artículos de opinión de varios ilustres escritores de prestigiosa fama. Entre ellos estaban los nombres de [Leo Dest., Jota Freix, Isthaar, Dave D. y varios más]. Sus artículos eran una de las pocas cosas que me gustaba conservar como recuerdo de mi estancia cuando… pasó… eso.

Una vez preparada me levanté y salí al exterior. Ahora debía de haber poca gente, en los exteriores se podían contar las personas con la mano. Me acerqué a una de las “máquinas” que había cerca y eché una moneda. La máquina se atascó dejándome sin desayuno.

-Genial…

Un grupo de jóvenes me miraba desafiantes, como riéndose de mi. Andando me aparté de la escena y entré en el edificio principal en busca del director. Cuando llegué me dispuse a tocar como la primera vez pero ya se encontraba reunido. Casi sin quererlo me quedé escuchando la conversación esperando a que terminaran tras la puerta.

-…será puntual.

-Eso espero. De lo contrario deberé cambiar la prestación de los servicios.

-Mañana saldrá el primer cargamento.

-Está bien, espero no volver a tener esos… inconvenientes, director Duke. No querrá saber los contratiempos ¿verdad?

-Aquí tiene la primera parte.

-¿Primera? Ese no era el acuerdo.

-Por los… contratiempos.

Una sombra me agarró por detrás tirándome contra la pared y agarrándome del cuello y el hombro.

-Aghhh… Su-élta-me…

Abrió los puños dejándome caer sobre uno de los sillones que había fuera.

-¡¿Qué se supone que estás haciendo?!

-Eres un poco brusco ¿lo sabías?

La mirada de Nico era bastante tenebrosa, podría decir que incluso parecía la de un asesino. La puerta se abrió y de ella salieron dos personajes, el director y un joven de unos veinti-muchos. Tenía apariencia de noble y vestía traje con capa. Pocas veces había visto yo a alguien así. Tenía una perilla disimulada y su pelo estaba peinado hacia atrás dándole pintas de galán.

El noble tras vernos intercambió varias miradas con el director, como queriéndole decir algo. Después se acercó a nosotros y tomándome la mano me saludó como solo los nobles sabían; tras esto se aproximó a Nico y lo saludó de una forma más amistosa.

-Esta es Alire. Llegó nueva al Colegio hace relativamente poco.

-¿Alire? … Está bien ver cómo el Colegio va renovando vida… Oh, qué descortés por mi parte perdonadme. Mi nombre es Reig Hawk. Espero sinceramente poder volver a cruzarnos otro día. Si me disculpáis, debo partir enseguida, la agenda no disculpa a nadie.

Tanto Hawk como el director se aproximaron a la puerta hasta finalmente salir del edificio y el recinto. Nico se sentó en uno de los sillones aliviado por evadir de alguna forma lo que podría haber sido un conflicto.

-Y bien, ¿qué buscabas?

-Ah pues… la máquina de la entrada por lo que se ve no acepta monedas ajenas. Venía a preguntar si podrían canjeármelas por las de aquí, sé que son pocas pero algo necesitaré.

-Está bien. Espera aquí.

Entró al despacho del director para salir con un pequeño saco de monedas.

-Te dejaré esto como adelanto pero a cambio… no vuelvas a escuchar conversaciones privadas por favor. Discúlpame por las formas de antes pero… es mejor que las personas ajenas no reciban informaciones equivocadas.

-Ciertamente entiendo lo que dices. No sé qué me hizo escuchar,no volverá a pasar.

Nico parecía un poco nervioso o decaído, no sabía bien por qué pero si el pillarnos tras la puerta le fue una gran molestia tenía pensado recompensarle cuando terminará mi objetivo, no se cómo. Le miré regalándole una sonrisa optimista y diciéndole:

-Nico… no te preocupes. Apenas nos conocemos y ya te estoy metiendo en líos pero ten por seguro que tarde o temprano te devolveré los favores.

Él me miró en parte aliviado, en parte algo más calmado. Lo hecho estaba hecho. Por otra parte, yo mantenía en mi mente la idea de que Nico no me preguntaba el por qué andaba sola por la noche... algo habría que no le interesara, no debería tener a Nico tan cerca siempre.

Minutos más tarde y dejando a Nico en el despacho, caminé hacia la máquina donde me dispuse a sacar bastantes más alimentos que un simple desayuno. Sería como mi reserva para el Colegio. Fue entonces cuando vi a una chica nueva atravesando la verja de la entrada al recinto.

La chica portaba una carta como la que yo llevaba ayer. El director estaba preparado para recibirla aunque algo ocupado, dedicaba más tiempo mirando la agenda que viendo siquiera los alrededores; era fácil suponer que alguien lo habría alertado de su llegada. Desde la máquina no podía observarla del todo bien pero había algo que me era familiar, sus ropajes estaban en gran parte ocultos bajo grandes capas que quedaban entre un color blanquezino raro, probablemente veis. Me acerqué sigilosamente lo suficiente para poder fijarme, para una persona normal sería difícil de ver pero sujetaba una especie de medallón grande en la mano. Podía intuir el dibujo que éste tendría y… era exactamente igual que el símbolo del reloj de cuerda que yo conservaba de… aquella noche.

El reloj… cada vez que pensaba en él notaba una tensa angustia y desesperación que me terminaba por sumergir en la depresión. El ruido de las manecillas era suficiente para enloquecerme de forma descontrolada y a martillazos; por alguna extraña razón podía recordar algo de él: en algún momento yo lo recogí del suelo cuando a alguien se le calló.

Me había obligado a mí misma a llevar siempre conmigo este aparato, de alguna forma servía de conexión con lo que yo tanto anhelaba… y era capaz de enfriarme la mente por completo.

miércoles, 27 de junio de 2012

~Capítulo III - La Noche Oscura~

Sentía una masa de calor agradable que me animaba a seguir durmiendo, al abrir los ojos los destellos de luz a través de la ventana terminaron por despertarme. La ventana estaba abierta y por ella entraba una suave brisa de aire que se agradecía bastante. No se si partir sería lo más indicado pero quedarme en este pueblo estaba visto que no. Bajé y desayuné, la mujer me sirvió un café temblando, era extraño. Dejó mis ropas en la barra y al terminar fui al baño a cambiarme. Al salir le di un puñado de monedas extras para pagarle por la gran hospitalidad y finalmente terminé por partir.

Estando frente a la puerta alguien la abrió por fuera y terminamos por chocar. Me llevé un pequeño golpe en el hombro que aunque ayer no se notase hoy me abrasaba en vida. No pude evitar un pequeño gruñido de dolor. Se trataba de una mujer que una vez dentro terminó por mirarme de reojo, a penas la pude ver antes de que se cerrara la puerta pero… me dejó bastante tensa. Diría que incluso se estaba riendo…

Hoy hacía menos frío, era raro. Camino hacia la salida pude ver en una esquina un quiosco así que antes de salir del pueblo me acerqué y compré el periódico del día. Los sucios caminos de hielo ahora eran tan solo finas capas de nieve que me limitaba a seguir con el mapa en la mano para no perderme. Un puente de dudoso aspecto obstaculizaba el paso y antes de intentar cruzar hice unas pruebas para ver si aguantaría mi peso. Era de tambaleo fácil, estaba suspendido en el aire agarrado por varias cuerdas. Di un paso, bien hasta aquí todo bien; segundo, tercero… siete pasos por delante el puente comenzó a temblar y sin saber cómo ni por qué una persona se agarró a mí y a las cuerdas con los brazos guardando el equilibrio.

-¡Hola! ¿Qué hay?

No sabía cómo reaccionar así que de un salto me liberé de él avanzando así otro tanto más.

-Tranquila, sólo quería ayudar…

-Si, por supuesto…

Era un chico joven, tal vez de mi edad. Estaba vestido con grandes forros de cuero cubiertos por pequeños parches que tapaban los rotos. Se acercó sigilosamente.

-Venga, te ayudaré.

Mientras avanzaba pude ver cómo bajo sus ropajes guardaba una pistola y un puñal, el brillo que desprendían con la luz me hizo dudar de si realmente sólo tenía esas o portaba aún más armas. No era de fiar, seguí caminando aceleradamente hasta llegar al final del puente. Él rápidamente pudo seguir mi paso y en cuestión de segundos se situó detrás.

-No necesitaba ayuda, ¿ves?

-Eres un poco borde ¿sabes?... Espero que encuentres lo que buscas sin necesitar ayuda…

-… Hasta otra… cazador.

Continué todo recto hasta llegar a lo que sería un grandioso edificio de lujosa arquitectura. No era el único, había varios repartidos por toda la zona. Una especie de lago con fuentes adornaba todo el territorio del Colegio y éste quedaba rodeado por un bosque bastante amplio. Apenas podía notarse una fina capa de nieve cubriendo las superficies y adornando en cierta forma el panorama.

Para acceder al Colegio tuve que pasar por una verja protegida por un guardia de seguridad, al enseñarle la carta no tuvo más remedio que abrirme. Entré al primero de los edificios, curiosamente el más grande. Desde la entrada y por toda la estancia podía escucharse una pieza de piano, música clásica tal vez. Siguiendo las indicaciones acabé llegando a lo que sería el Despacho del Director y di dos toques en la puerta pidiendo permiso para entrar.

-Adelante.

Entré lentamente y me senté en la silla del despacho. El hombre que estaba allí clavó su mirada en mí. Vestía traje negro, con una corbata roja y el pelo corto y engominado… parecía un poco estirado y sobre unos treinta de edad.

-Usted dirá.

-Hace unos días recibí una carta de invitación al Colegio…

Cogí la carta y se la pasé. Con cuidado abrió el sobre y leyó lo que ponía, no tardo mucho en cerrarla y tocar una campanilla que había en la mesa. A los pocos segundos entró en escena un chico de mi edad, vestía un uniforme negro y tenía el pelo corto de color castaño claro y revuelto. Llevaba un collar muy… peculiar, quizá fuera para distinguirlo de otros alumnos.

-¿Me llamaba?

-Si, verás, aquí tenemos a la señorita Alire Damar. Ha venido como alumna nueva al Colegio y desea incorporarse inmediatamente, ¿podrías hacer el favor de acompañarla y enseñarle los aposentos?

-Si, director.

-Y, perdona por ir directo. Yo seré de ahora en adelante tu Director, mi nombre es Robert Duke. Cualquier duda que tengas no dudes en venir.

-Gracias. Encantada igualmente.

El chico joven abrió la puerta y salió esperándome afuera. Hizo un gesto para que lo siguiera y paramos en lo que eran los dormitorios, situados en otro edificio. Todo transcurría en silencio. Abrió la puerta y ambos entramos.

-Bien pues, ésta será tu nueva habitación. Tienes la ropa autorizada en los armarios, te daré la llave, tendrás que llevarla siempre encima.

Su frialdad hablando me dejó descolocada pero… necesitaba tener a alguien conocido de mi lado. Mis intenciones en el Colegio eran claras: averiguar quién mandó la Carta y por qué, qué relación tendría todo esto que ver conmigo…

-… ¿Qué nombre tienes?

-Pensé que no eras de presentaciones, jaja. Mi nombre es Nico, soy el representante de los alumnos y estoy autorizado por la dirección para cumplir otras funciones, como ésta.

-Es bueno saberlo, y más aún el poder contar con alguien. Siendo nueva…

-Ya imaginaba. No te preocupes, te adaptarás rápido.

Me senté en la cama para descansar y reposar el maletín en el suelo. Por su parte, Nico se sentó en otra cama que había enfrente.

-¿Y esa cama? ¿Es habitación doble?

-Si pero… ahora mismo la otra persona de la habitación no está muy… amigable. Digamos que prefiere irse a la residencia de pago que permanecer aquí. Casi es mejor, es una persona muy… difícil.

Pasaron varios minutos en silencio, no me acababa de hacer aún a la idea pero… tenía que permanecer aquí.

-Bien, por otra parte te informaré: las clases pueden ser de varios turnos pero el que se te ha asignado las reparte entre la mañana y la tarde, dejando días de descanso y alternos. Es un horario muy flexible aunque no lo parezca.

-Está bien, no pasa nada. Todo es cuestión de rutina.

-Estarás cansada… te dejaré descansar por hoy. Mañana tienes que ir de tarde. Si tienes dudas sobre la localización puedes preguntar en secretaría, está frente a la puerta de salida. Probablemente coincidamos allí. ¡Adiós!

Nico salió por la puerta cerrándola. Por mi parte y dejando ya el maletín a un lado de la cama, busqué de entre la ropa algún pijama que me sirviera. Encontré uno negro y bastante abrigado. Después de ponérmelo, me deje caer sobre la cama esperando descansar, la noche había llegado drenando mi fuerza y no tardé mucho en caer dormida.



El sueño rápidamente se apoderó de mí pero no tardé mucho en despertarme. Una suave brisa de aire frío corría por mi cuarto dejándome helada. Podía escuchar las pisadas y el caminar de una persona justo por el pasillo. Salí de la habitación sin hacer ruido y al cerrar la puerta noté que el pomo estaba húmedo. La luz de la Luna era la única que iluminaba entonces el lugar, por el sonido parecía que estaba lloviendo. El ruido de las pisadas se alejaba y decidí ir tras él y ver qué pasaba.
Acabé llegando a una especie de recibidor, una habitación grande de dos pisos accesibles por unas escaleras que había a cada lado. Las pisadas dejaron de escucharse y con la luz de un trueno pude ver en el piso de arriba a una chica de unos pocos años más que yo. Las sombras le oscurecieron la cara haciendo que no pudiera verla bien. Llevaba un vestido negro elegante que me hacía dudar de si la chica era gótica; de pelo negro, suelto y largo, tenía los brazos apoyados en la barandilla. Como último detalle puedo decir que… tenía las manos manchadas de gran cantidad de sangre y… me estaba mirando a mí.



domingo, 10 de junio de 2012

~Capítulo II - Siluetas del camino~

Empecé a correr por la iglesia buscando cualquier vía de escape. Las pisadas cada vez se escuchaban más y más cerca y aún no había visionado al objetivo. Me volví a la habitación trasera y con el abrecartas en mano empecé a dar fuerte contra un cristal de una ventana pequeña. Era tan duro que pronto desistí. El ruido de las pisadas ya no se escuchaba, ¿se habría ido esa… cosa?

Salí otra vez al pasillo dando pasos hacia la puerta. No había eco. La luz de las velas de la lámpara que colgaba del techo habían sido interrumpidas de alguna forma para volver a reaparecer a los pocos segundos, como si una andanada de aire hubiera chocado contra el fuego. En un acto reflejo alcé la vista para observarlas y a lo alto, en el triforio, pude ver otra silueta más humanoide. El sonido de algo pesado cayendo a mis espaldas hizo que me girase con tremenda velocidad dando después varios saltos hacia atrás en un intento de esquivar lo que me había asustado. Una gigantesca estatua de piedra con una brutal forma grotesca estaba postrada enfrente mía y empezó a cobrar vida saltando hacia mí para… ¿aplastarme? En cosa de milisegundos intenté correr hacia la puerta. La silueta humana estaba sentada mirándome como si se divirtiera con el espectáculo y pronto la perdí de vista, la estatua se situó enfrente mía con un salto por encima llamando así toda mi atención. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué se hace en estos casos? Huir… hui hacia atrás corriendo, la estatua avanzaba a grandes zancadas destrozando los bancos y agrietando el suelo quedando a pocos centímetros de mi. Fue una decisión muy ahogada pero no podía hacer nada más, antes de que pudiera reaccionar di un paso seco hacia la derecha metiéndome así en una de las capillas que había por los laterales, me serviría como escudo de forma momentánea. La estatua no pudo seguir mi velocidad y tardó en darse cuenta de mi ubicación. La puerta estaba cerca pero seguía sin tener la llave y aun teniéndola no podría abrirla sin que me aplastara. Ésta empezó a chocar contra la pared intentando entrar donde yo estaba y al no poder hacerlo metió sus garras una a una para alcanzarme. Poco a poco la capilla se estaba derrumbando dejándome cada vez más expuesta, lo único que podía hacer era esquivar… En pocos minutos quedé completamente a la vista de la estatua que terminó por estirarse hacia arriba como si quisiera tirarse después en picado aplastando todo lo que quedaba, aplastándome a mí. Tenía que escapar y sólo veía una oportunidad, una gran oportunidad… ¡Si!, por fin me armé un plan. En cuanto la estatua arremetió contra el suelo me acerqué a ella y aprovechando su fijeza me colé entre sus patas resbalándome malamente por el suelo agrietado. Ella seguía igual de rígida ahí clavada. ¡Genial! No se había enterado si quiera de que había escapado. Me apresuré a la puerta sacando las llaves del bolsillo y encajando la primera… después la segunda…

-¡¡¡ JA JA JA !!!

Giré la vista. Varios bloques de piedra cayeron sobre la estatua dejándola atrapada al dar el golpe. Se podía escuchar una risa fuerte… venía del triforio. Ahora había una segunda silueta que se le acercaba más y más a la sentada. La primera, alta y con trajes elegantes, parecía un hombre; la segunda era todo un misterio pero conforme se le acercaba aplaudía mirándolo a él, y mirándome a mí y a la estatua. Se estaba riendo a carcajada viva y con un tono muy burlesco. La voz era femenina y estaba cubierta por capas y ropajes raros. Saqué la llave de la cerradura y me dediqué a observar.

-No me lo puedo creer…

El hombre se levantó y se asomó para vernos mejor.

-¡¡Termina el trabajo, Garla!!

Su tono serio y firme se me clavó en mis adentros dejándome confusa. La estatua comenzó a levantarse sacudiéndose los pedruscos y el polvo, girándose lentamente acabó por mirarme. Nunca pensé que pudiera pasar pero… ¿una estatua podía estar furiosa? Sin dudar arremetió contra mí. Jeje, ya me sé su punto débil… En el último momento me agaché dando un paso hacia adelante haciendo así que la estatua se empotrara contra el portón de madera destrozándolo y dejándome libre al fin.

-Tss, estatuas a mí… - dije aliviada y en parte victoriosa.

La estatua parecía estar KO así que con cuidado para que no se enterara pasé por encima y acabé por esconderme entre las sombras de los muros. Poco después de perder a las siluetas de vista pude escuchar algo.

-¡¡¡ JA JA JA JA !!! … ¿Qué creías qué hacías?

-Tss… Garla… ¡¡Desaparece de mi vista!!

-No sabes nada… vuelve a…

Una antorcha a lo lejos llamó mi atención y preferí perderme por las calles que escuchar la conversación, una gran concentración de personas se acercaba a paso ligero hacia la iglesia. Me apresuré en busca de la posada, ya era de noche y estaba cansada y con varias heridas por el cuerpo. Me obligué a no pensar en nada hasta estar a salvo.

En cuanto llegué a la posada pedí rápidamente una habitación, no había nadie en lo que era la parte de la taberna así que podía tranquilamente esperar y observar qué heridas tenía. Mis ropas estaban completamente sucias así que me quité la chaqueta y la sacudí. Al salir, el dueño dejó la llave y observó mis heridas.

-¡¿Qué te ha pasado, chiquilla?! Espera aquí un momento.

Supongo que fue a por algún kit de primeros auxilios, me sorprendería habiendo visto lo seco que es. Hice varios estiramientos para encontrar las partes doloridas. El tabernero pronto salió con su mujer y varias vendas. Me ayudaron ajustándome vendajes y dejándome medicinas para los rasguños, al final acabaron mirándome con dudas.

-La verdad es que… ni yo misma sé qué pasó.

La mujer muy gentilmente cogió mis ropas para lavarlas y así fue como terminé el día, o eso me gustaría decir. La puerta se abrió y poco después escuché como cristales romperse. Entré a mi cuarto y me metí en la cama, las imágenes me azotaban una y otra vez; parecía un sueño tan irreal, pero no, las heridas confirmaban que no lo era. ¿Y esas siluetas? Pensando en cómo serían terminé por caer de sueño…